“y noté en el fondo un regocijo, me odiaré cerca del animal“
Marchent queda retratado, de manera simultanea, como un eslabón y como una singularidad, no ya en el contexto español, ni siquiera en el del eurocine de la edad de oro de las coproducciones, sino en el del Western como género del cual emerge como personalidad ya que destaca en su contexto industrial, genérico y artístico de manera insólita.
Nuevamente con Aguilar de por medio, en este caso como entrevistador y todo ello recogido en una serie de cortes que pueden verse aquí, el cineasta reflexiona a su cortante manera sobre su idea del western frente al spaghetti-western de Leone (y post-Leone): “Fíjate los criterios donde se cuenta la diferencia entre los westerns italianos y los españoles: El sabor de la venganza; una idea puramente literaria donde no se habla de los que mueren ni de los que disparan, sino de las consecuencias que traen los tiros y los muertos. Y después se dio prioridad al disparo antes de a la consecuencia que tenía. No tiene nada que ver. Yo lo respeto, solo que no tiene nada que ver una cosa con otra. A no ser por el hecho de que todos lleven sombrero las película que yo he hecho son la antítesis, desgraciadamente para mi, quizá, de las películas de Sergio Leone”
Por desgracia ideas de tal claridad y oficio de tanta solidez se topan contra una coyuntura cambiante, unas necesidades nuevas que cubrir, que imponen un viraje de estilo a partir de los años 1965-1966. Todo lo cual concentra el western marchentiano en su forma más depurada en el tríptico compuesto por
Tras el breve esplendor Marchent recala en la cinematografía alemana, todavía calientes los éxitos de la Rialto con los entrañable Winnetou y Old Shatterhand adaptados de Karl May para filmar Aventuras del Oeste (1965) para la munichesa Constantin Films. De regreso a Grimaldi, que había actuado a modo de coproductor minorista en al anterior pone en marcha La muerte cumple condena en 1966, recuperando al recurrente Claudio Undari (en arte Robert Hundar) como protagonista. El nulo éxito de un film juzgado como demodé no aparta al director del género, pero lo precipita a una transposición al western de la tragedia de de Eurípides Hippolytus bajo el título de Fedra West, un regreso al universo psicológico, denso y ominoso de El sabor de la venganza pero sin la garra primigenia de aquella. Nuevamente no resulta bien en taquilla y Marchent tardará casi cuatro años en dirigir otra vez. Y será otro western. Más o menos.
En el imprescindible El cine español según sus directores (Antonio Gregori, Cátedra, 2009) se explicaba así sobre Antes llega la muerte, pero sirve para el común de su obra: “En la película cada uno iba con unas miras distintas y ninguno conseguía su meta porque la muerte les le sorprendía antes”. Hay en el western marchentiano un fatalismo genuino, íntimo, que no es pose ni copia de modelos sino convencimiento y pese a que Condenados a vivir, con su estética feista, su violencia cruenta, física y moral con categoría de espanto truculento (el film presenciamos decapitaciones, aplastamientos, cuerpos consumiéndose en llamas, violaciones múltiples, evisceraciones, apuñalamientos…) se aleje de la claridad formal de los trabajos
Precisamente esa preocupación por la violencia, aquí emborronada por el fervor del acto violento, aparece perfectamente representada, transmitida más bien, en rostros y tipos, y desde ellos extendida, como una metáfora encarnada, a la geografía montañosa (1) y nevada de un film que no permite agarres, que ataca con fiereza y cuyo influjo se extendió a otras realizaciones como Los 4 del Apocalipsis del sobredimensionado Lucio Fulci. Como señala Patxi Urkijo (Eurowestern, Nosferatu, nº 41-42, Octubre 2002): “Por encima de cualquier otro realizador de westerns mediterráneos, Romero Marchent utilizó la naturaleza hasta elevarla al rango de “personaje” activo. En sus mejores películas consiguió la hazaña de de convertir al geografía en el alter
Los protagonistas de este protosurvival-horror (hace poco señalaba las concomitancias con la reciente cinta australiana Van Diemen´s Land) son una cuerda de presos infames que comienzan como sujetos peligrosos, que se ayudan por necesidad y se exterminan por naturaleza, y termina animalizados. alinea una impagable conjunto de característicos nacionales que incluye nombres mayores como los de Antonio Iranzo, el recurrente José Manuel
Director: Joaquín Romero Marchent
1972
España
90 min.
Fotografía: Luis Cuadrado
Música: Carmelo Bernaola
Montaje: Mercedes Alonso
Guión: Joaquín Luis Romero Marchent y Santiago Moncada
Reparto: Claudio Undari (Robert Hundar), Emma Cohen, Alberto Dalbés, Antonio Iranzo, Manuel Tejada, Ricardo Díaz, José Manuel Martín, Carlos Romero Marchent, Xan das Bolas, Mabel Karr
(1) Existe cierta divergencia con respecto al lugar de rodaje. Mientras que algunas bases de datos (IMDB, por ejemplo) señalan Huesca y el Pirineo aragonés como localización o un extracto del N° 1173 a 9 de abril de 1971 de Fotogramas, dentro de su sección Se Rueda indica los Vales de Arán y Ordesa,el propio Marchent refiere los Picos de Europa a Carlos Aguilar como escenario y así se recoge también en la revista Noseferatu.
Advertisement