Gracias a su aporte en hierro, calcio y vitaminas A, C del grupo B, la cerezas son remineralizantes y nutritivas.
Aportan una buena fuente de antioxidantes, gracias a su contenido en antocianinas, unos flavonoides que le aportan ese color intenso y característico, en una concentración más alta que en ninguna otra fruta, (25 mg por cada 100 g).
Su alto contenido en agua y potasio, las convierten en un excelente diurético, beneficioso en caso de hiperuricemia o gota y litiasis o cálculos renales (facilitan la eliminación de ácido úrico y sus sales), hipertensión arterial u otras enfermedades asociadas a retención de líquidos.
Son ricas en fibra, por lo que previenen o mejoran el estreñimiento, y contribuyen a reducir las tasas de colesterol en sangre y al buen control de la glucemia (niveles de azúcar en sangre) en las personas que tienen diabetes.
Las cerezas son buenas para el tratamiento del insomnio y la prevención de la pérdida de la memoria, por su contenido en melatonina. Como curiosidad, se ha demostrado que el zumo de cereza contiene casi diez veces más melatonina que la fruta entera.
La melatonina es una hormona implicada en la regulación del sueño. También es un potente antioxidante y algunos expertos consideran que, tomada en forma de suplemento, es la sustancia más eficaz que existe para retrasar el envejecimiento. Consumir cerezas puede ser una manera sana y sin riesgos de obtener una dosis extra de melatonina, sobre todo en el zumo.