Cerrar etapas

Por Jesusfidelis


Empecé a practicar karate a los 15. Por mi gusto hubiera empezado antes, pero no me decidí, animado por un compañero que lo hacía, hasta 2º de Bup.
Me vino de maravilla, me ayudó a forjar la personalidad, sobre todo en esa edad tan complicada.
Me abrió horizontes, me hizo disfrutar del ejercicio físico, conocí el esfuerzo, el compañerismo, la recompensa al trabajo bien hecho.
Hasta los 23 años, no dejé de entrenar, y además intensamente.
Aún después de esos años he ido entrenando esporádicamente, muy esporádicamente, pues está claro que el karate forma parte de ese bagaje vital que me acompaña.
En ese periodo, viajé con el karate, participé en competiciones, conocí la derrota y el triunfo. Recibí golpes y halagos, recibí y dí clases.
Asistí a seminarios y asistí a diferentes competiciones, como espectador o como competidor.
Llegué a arbitrar, a montar tatamis, a dar clases de competición...
Estaba completamente centrado en el karate, de vez en cuando practicaba Full Contact o Thai Boxing, pero yo era karateca, hasta la médula.
Pero llegó un día...llegó un día en que me daba más sinsabores que satisfacciones, ya no me apatecía entrenar o sacrificar otros aspectos de mi vida por el karate, y lo dejé.
Lo dejé, así radical, de un día para otro...y la verda no me penó. Me dediqué más a la bicicleta, a jugar a fútbol, cambié las prioridades de mi tiempo de ocio.
El karate me ayudó en su momento, pero había llegado la hora de pasar página.
Hoy, en el libro de mi vida, me dispongo a pasar de nuevo página.
Dejaré de nuevo arrinconada la afición que en los últimos años centraba mis anhelos y dejaré espacio para otras cosas.
La única duda que me viene a la cabeza es :¿Quizás la tendría que haber pasado mucho antes?