"Europa espera que entreguemos voluntariamente nuestro país a extranjeros de otros continentes que no hablan nuestro idioma, que no respetan nuestra cultura, leyes ni forma de vida”, avisó Viktor Orbán.
“Europa entera se enfrenta a una ola de inmigración masiva que pone en peligro nuestra forma de vida. Europa está siendo invadida y aquellos países que no cierren sus fronteras e impidan la entrada masiva de inmigrantes, estarán perdidos”, insistió Orbán.
Con la mirada puesta en las elecciones del 8 de octubre, Orbán defendió: “Esta es nuestra casa, nuestra vida está en este país, no tenemos ningún otro. Tenemos que luchar por él hasta el final”.
Por último Viktor Orbán quiso mandar un mensaje de aviso a occidente: “Nosotros seguiremos vivos mientras vemos cómo países como Alemania, Suecia o Francia pierden sus costumbres. Todos los ciudadanos nativos de esos países serán minoría y perderán su único lugar al que pueden llamar casa”.
Los defensores de las fronteras abiertas son los dueños de una economía que triunfa con los salarios de hambre que cobran los inmigrantes. A esosplutocratas no les importa la ruina de Europa con tal de seguir acumulando grandes plusvalías. Son hijos de la codicia que actúan traicionando la cultura y los valores comunes.
Europa, por culpa de una inmigración que carece de filtros y exigencias y que llega sin intención de asimilar la cultura que le acoge, se está llenando de conflictos, mientras las cárceles se llenan de inmigrantes y los ciudadanos se sienten cada día más inseguros e incómodos.
Por culpa de los políticos que no imponen filtros y controles a la inmigración y sólo buscan mano de obra esclava, la "receta" del líder húngaro empieza a ser asumida como la única capaz de salvar la cultura europea y nuestro modo de vida.
Francisco Rubiales