El martes 11 de diciembre presenté la novela Cerrar los ojos de Santiago Casero Gómez en el bar Maricastaña de Malasaña. Dejo aquí el texto que preparé para el evento: Hola, buenas tardes:
Muchas gracias a todos por acompañarnos en esta tarde de martes. Hace unas semanas, me escribió un mail Alberto Gómez, editor de Carpe Noctem, para proponerme presentar en Madrid la novela Cerrar los ojos de Santiago Casero González. En ese momento no conocía en persona a Santiago, pero sí que me había cruzado con él en la gran urbe de las redes sociales, donde habíamos cambiado alguna opinión sobre libros. Además me había fijado en que Santiago Casero había quedado, con su libro Secretos de familia (Ediciones Tantín), entre los diez finalistas de la convocatoria de 2018 del prestigioso premio Setenil al mejor libro de relatos. También, unas semanas antes de recibir el mail de Alberto, había hojeado Cerrar los ojos en la librería de uno de los Corte Inglés de Madrid. Nunca había visto libros de Carpe Noctem y siento siempre mucha curiosidad por conocer a fondo el panorama literario español. Así que cuando recibí el correo de Alberto Gómez sentí el deseo de apoyar a la nueva editorial Carpe Noctem y a Santiago Casero con su nuevo libro.
Cuando me llegó la novela a casa la comencé a leer si acercarme antes al texto de la contraportada. El protagonista de Cerrar los ojos es Santiago Leal, quien en el pasado –a pesar de que en el momento de comenzar el libro se halla en plena crisis creativa– ha conseguido alcanzar un sólido prestigio como poeta. Esto, unido a que su padre fue un exiliado en Francia, una persona significada en la lucha política contra el franquismo, ha hecho que, una vez que ha llegado a España la democracia, el presidente (antiguo compañero de su padre) le haya elegido a él como ministro de Cultural. Un cargo que Santiago Leal desempeña sin mucho entusiasmo, encuentros con deportistas, cineastas, fotos en festivales de cine o de pintura… Santiago ha aceptado un puesto secundario en el poder, a pesar de que el presidente Alfonso G. (o G. uno), considera –en teoría– a la cultura como algo esencial para un gobierno progresista.
Foto de Beatriz Alonso Aranzábal
Durante las primeras páginas, estaba leyendo la novela como si Santiago la hubiese ambientado en la época actual para, poco a poco, gracias a detalles como que al protagonista le llama la atención tener un teléfono en su coche oficial, darme cuenta de que estaba situada en la década de 1980, y que, por tanto, «G. uno» o «Alfonso G.» sólo podía ser un trasunto fabulado de Felipe González; aunque es cierto que nunca se citan siglas de partidos políticos, y que se habla de líderes de la organización procedentes de Valencia y no de Andalucía, la elección de esa «G.» mayúscula no parece inocente.
Santiago Leal es un hombre solo (abandonó a su esposa, que ahora mantiene una relación con un rival poético) y se siente mayor (un detalle que se le muestra al lector gracias a sus recurrentes problemas de vejiga e incontinencia urinaria), pero, lo que resulta aún peor: se siente un fraude. Ha sido un poeta de prestigio, pero las historias vitales que han inspirado sus versos eran falsas; además, ahora mismo, ya ni tan siquiera puede escribir un poema con un mínimo de calidad. También se insinúa que, por ejemplo, su padre, Andrés Leal, exiliado en Francia, sobreviviente de un campo de concentración nazi y héroe antifranquista, también puede ser un impostor, una persona que ha alardeado de una historia personal falseada. De hecho, Cerrar los ojos es una novela, en gran medida, sobre la impostura y el fraude, sobre la realidad que no queremos conocer y ante la que «cerramos los ojos». La novela comienza cuando un hombre de ojos oscuros –desconocido hasta entonces para el protagonista– se acerca al coche oficial de Santiago para decirle, de sopetón, que es su hermano. Santiago no está seguro de si se encuentra ante otro impostor.
Foto de Beatriz Alonso Aranzábal
Cerrar los ojos es también, y habría que decirlo ya, un thriller político, una novela negra que se adentra en la sordidez del terrorismo nacionalista y también en el terrorismo de Estado. De nuevo, el lector, al leer sobre estos temas pensará en los GAL, aunque en el libro nunca se citen estas siglas. En nuestro thriller político será Santiago Leal quien se convierta en un detective ocasional, un detective que quiere expiar parte de sus culpas e imposturas sacando a la luz pública las miserias de la débil democracia del país. Y como los héroes clásicos de las novelas de detectives norteamericanas, en su afán por aclarar un enigma, Santiago se irá encontrando con una realidad cada vez más turbia, donde los resortes del poder y la corrupción afectan a todos los estratos sociales. En este sentido, resulta demoledor el retrato que se hace del periodista Juan Carlos Cebrero, redactor jefe del principal periódico del país, y cuyo nombre no parece, de nuevo, inocente. «Ya había tenido tiempo de viajar del Falangismo residual a las huestes incondicionales del nuevo régimen.», leemos sobre él en la página 95.
«Desde que aquel hombre se asomó a su coche oficial –«Soy tu hermano, y tú lo sabes»–, los acontecimientos se habían precipitado y condensado como si en el torrente que es la vida de pronto se formaran coágulos cuajados de acontecimientos y de personas.», leemos en la página 106.
Cerrar los ojos consta de 19 capítulos y un epílogo y basa gran parte de su fuerza en su potente ritmo, plagado de acontecimientos y de elipsis narrativas. En gran medida, las escenas descritas en esta novela son muy cinematográficas, sin descuidar la parte literaria: el lenguaje es directo, pero cuidado, y con gusto por la apreciación matizada sobre la realidad. Además son continuas las analepsis (o flashbacks en inglés) que enriquecen y explican al personaje.
Cerrar los ojos dibuja una tremenda y conseguida escena final, un momento de gran belleza visual y de contenida tensión. Pero no es mi función hoy la de acabar revelando un final al que cada lector –y esperemos que todas las personas aquí presentes hoy lo acaben siendo– debería enfrentarse en solitario y sin avisos.
Así que ahora me gustaría saludar a Santiago y hacerle algunas preguntas sobre su novela.
1) Santiago, me gustaría preguntarte ¿por qué, habiendo tanta corrupción en nuestro presente, has querido remontarte hasta la década de 1980 para ambientar tu novela?
2) Si bien parece fácil averiguar en qué personas de la vida real están inspirados algunos personajes de tu novela, como el presidente «Alfonso G.» o el periodista Juan Carlos Cebrero, ¿podríamos pensar que tu protagonista, el ministro de cultura Santiago Leal podría estar inspirado en alguien real?
3) He definido antes a tu novela Cerrar los ojos como un «thriller político», ¿estás de acuerdo con esta definición?
4) ¿En qué autores o novelas estabas pensando a la hora de inspirarte para crear Cerrar los ojos? (Si Santiago habla de autores extranjeros de novela negra le pregunto por los nacionales y al revés).
5) Principalmente has publicado novelas y libros de relatos, ¿te sientes más cómodo en uno de los dos géneros? ¿Los alternas? ¿Cómo sabes que una historia que aparece en tu cabeza necesita la extensión de un relato o de una novela?
6) Considero que uno de los temas principales de Cerrar los ojos es el de la impostura. Háblanos de esto, ¿hasta qué punto el análisis de la impostura es una obsesión para ti?
7) Me gustaría preguntarte por el proceso de escritura de tu novela. ¿Te has documentado mucho para escribirla o has considerado que con tus recuerdos de la década de 1980 era suficiente para acercarte a ella?
8) En la nota final del libro indicas que la composición de Cerrar los ojos se ha extendido desde el año 2013 hasta el 2017. ¿Te has enfrentado a la escritura de este libro de forma constante o has intercalado tu acercamiento a él con otros proyectos?
9) ¿Habías escrito ya antes novelas o cuentos policiales o ha sido ésta tu primea incursión en el género?
10) Tienes algún nuevo proyecto creativo entre manos, ¿puedes adelantarnos de qué se trata?