¿Cerrarán los colegios en la tercera ola de la Covid?

Por Qhacerconninos @QHacerConNinos

La tercera ola de la pandemia ya ha llegado, es un hecho. Los incrementos de contagios, ingresos en hospitales y fallecimientos aumentan día a día en España. Y como bien hemos sufrido desde marzo pasado cuando la curva sube es muy difícil pararla. Pura lógica, la progresión geométrica multiplica exponencialmente el número de casos. Nuestros vecinos europeos no vaticinan noticias esperanzadoras. El virus está totalmente desbocado en Reino Unido y Alemania; especialmente preocupante el caso del país germano que en la primera ola de la pandemia logró frenarla relativamente bien. Ahora ya supera el millar de muertos diarios.

La vacuna va a tardar en alcanzar al 70 % de la población, porcentaje que la mayoría de los expertos considera la cifra mínima para conseguir la inmunidad de rebaño. Si todo se desarrollase correctamente -aunque surgen las dudas después de un inicio lento- el objetivo de vacunación podría alcanzarse antes del verano. Ha habido muchos críticos de 'plató' echándose las manos a la cabeza por ir tan lentos en estos días. Es verdad, pero es algo lógico teniendo en cuenta la idiosincrasia de nuestro país. Igual que no perdonamos las vacaciones navideñas, las más largas del mundo, también lo es que nuestra capacidad de improvisación e ingenio nos permitirá dar un acelerón. Eso y que el Gobierno permita ayuda 'extra' para incrementar este proceso: hospitales privados, farmacias o ejército.

En cualquier caso todavía tenemos un semestre duro, sobre todo los tres primeros meses, en los que a tenor de la evolución de la Covid va a ser fundamental implantar nuevas restricciones. El frío no ayuda, ya que la mayoría de las actividades de ocio tendrán que realizarse a cubierto y a que las bajas temperaturas permiten que el virus se desarrolle de una forma más efectiva.

Una de las restricciones vendrá del cierre de los centros educativos

Nadie duda que la salud de la población es el objetivo prioritario. Pero también que no se puede paralizar la economía varios meses como el año pasado. España está en la UVI económica y otro parón podría tener consecuencias irreparables. Conseguir el equilibrio es muy difícil y casi imposible de controlar. Desgraciadamente, el único procedimiento que tenemos es el de prueba-error, algo que puede traer víctimas, claro, pero es el único que tenemos.

Afortunadamente algo hemos aprendido desde que se inició. Una de esas cosas es que los más pequeños son poco contagiosos. Si la pandemia sigue avanzando sin control, antes del confinamiento total con los efectos tan devastadores que ya conocemos, deberemos tomar medidas parciales que han tenido buenos resultados.

Cerremos los centros de secundaria y universidades, no los de primaria

El sistema de 'matar moscas a cañonazos' no es la respuesta. En el caso de que se tomasen medidas más drásticas como cerrar los centros de enseñanza no debería hacerse de una forma generalizada. Ahora sabemos que los estudiantes de secundaria y universitarios (en realidad todos los jóvenes y adolescentes) son en una gran parte los responsables de su propagación, especialmente en la segunda ola. Por un lado, hay muchísimos que son asintomáticos o que presentan síntomas leves de la enfermedad, por lo que pueden contagiar sin ni siquiera saberlo. Por otro, es una edad en la que hay una mayor tendencia a la socialización, a la asistencia a actos multitudinarios, mucho más después de haber estado confinados durante la primavera.

En el caso de que hubiese que imponer medidas más drásticas sin duda tendremos que cerrar los centros de secundaria y enseñanza superior. Otra de las lecciones aprendidas es que, mal que bien, con esas edades pueden ya quedarse solos en casa y 'asistir' a las clases de forma virtual. Vale, lo sé, es muy imperfecto y ya se vio que nuestro sistema educativo no estaba bien preparado para realizar enseñanza a distancia. Pero espero que ya lo estemos y de que se pueda gestionar mucho mejor.

Con los peques es otro cantar. Está la trampa del teletrabajo. Como muchos padres han sufrido en el anterior confinamiento, trabajar en casa con un niño pequeño es una tarea monumental, por no decir imposible. Si se pudo realizar en la primavera pasada fue más que nada porque la economía estaba prácticamente paralizada y la exigencia de las empresas fue menor. Pero que pasa con la gente que tiene que trabajar de forma presencial. ¿A dónde lleva a sus hijos? ¿Tiene que renunciar a su trabajo? ¿Tiene que poner pegas a sus jefes en un momento tremendo de incertidumbre laboral? ¿El Gobierno va a poder resarcirnos en caso de que perdamos el trabajo? La respuesta es muy sencilla, no hay respuesta satisfactoria.

El cierre de las guarderías y centros de enseñanza primaria solo puede realizarse cuando se implante un confinamiento total, en última instancia, cuando la situación de la pandemia sea absolutamente insostenible. Al fin y al cabo los peques son los que menos contagian.