Además de "Cuarenta y cuatro pequeñas piezas" debemos recordar las casi sesenta que dejó Franck en "El organista", de las que Maillo seleccionó cuatro, comenzando con la conocida número uno "Poco allegretto" seguida de una breve improvisación sobre "El canto de la cruz", recordando la fama que tenía el francés como improvisador continuando la tradición de los organistas barrocos, para continuar con Prière en mi menor (oración) y finalmente el magnífico Offertoire en Ut (Ofertorio en Do). No son obras menores, al contrario, exigen enorme destreza y técnica, y el armonio cual "órgano-acordeón" de San Tirso, con registros variados, sonó potente, rico en matices, con la dificultad de pedalear continuamente y trabajar la enorme expresividad de estas composiciones del gran César Franck, que habitualmente se ejecutan en el "hermano mayor".
El Coral nº 3 en la menor (dedicado a Mlle. Augusta Holmes, compositora y alumna de Franck) comienza "quasi allegro" con la presentación de dos ideas yuxtapuestas, bien diferenciadas en los teclados, con una rítmica tipo tocatta, y otra coral, que se repiten con variaciones, algo más oscurecidas. En el "Adagio" que sigue y ocupa la parte central la interesante melodía sí sonó clara de registro pasando por distintas tesituras y texturas, continuando con un desarrollo en el que alternan los dos temas secundarios que nos devuelven al "Allegro" inicial. La rexposición del tema coral sonó triunfalmente por encima del primer tema, verdadera culminación del llamado "género sinfónico paraórgano" que César Franck había iniciado en su "Gran pieza sinfónica" de la colección de "Seis piezas para gran órgano".