No es guapa. Promociona la dieta de la alcachofa gracias al tirón popular de su prematura maternidad y su relación, más o menos tormentosa con el Sr. Alberto Isla, joven también precoz, que repite paternidad a los escasos diecniueve años, habiendo dejado atrás una familia de una relación fallida. Vende la exclusiva de los trapos sucios que tiene con su madre adopitva y se somete a un aumento de pecho, supongo que porque no se gusta a sí misma, a las pocas fechas del parto. No se le conoce profesión, oficio ni beneficio, más allá de comerciar con las exclusivas o promocionar artículos dispares; apenas ha cunplido dieciocho años y abandona el nido rompiendo los moldes. El día menos pensado pinchará discos con su hermano de adopción, Kiko Rivera, haciendo de la popularidad inmerecida una profesión y un excelente medio para ganarse la vida sin demasiado esfuerzo. No merece la pena.