Chad es el vigésimo primer país del mundo por superficie y, por tanto, uno de los países con mayor longitud de fronteras. Su posición en el centro de África lo ha convertido desde su independencia en el año 1960 en un territorio propenso a los conflictos tanto con sus vecinos como interiores. Tras dos guerras civiles (la última terminada en 2010) y una guerra con Libia (conocida por el nombre de “Toyota War”), el Presidente de la República, el general Idriss Déby, que lleva en el cargo desde 1990, ha modernizado las fuerzas armadas y las ha convertido en un referente continental en lo que a lucha contra los insurgentes se refiere.
Actualmente este país ha tenido un papel importante en la lucha contra los rebeldes de Azawad durante los pasados dos años y ahora ha vuelto a saltar a la palestra internacional al enviar una brigada (entre 1.500 y 2.000 hombres) a las provincias septentrionales de Nigeria y Camerún en pos de ayudar al gobierno de Abuja a combatir al grupo Boko Haram.
¿Por qué Chad?
Después de la masacre en la localidad nigeriana de Baga, donde más de 2.000 personas fueron asesinadas, el continente africano se ha visto obligado a centrarse por vez primera en el que hasta hace poco se consideraba un problema local. Actualmente, tal y como apunta el surafricano Institute for Security Studies, Boko Haram mantiene bajo su control un territorio del tamaño de Bélgica.
Mapa del territorio con importante presencia de Boko Haram (AFP)
Hoy en día, el único país africano que puede ayudar a Nigeria de forma inmediata es Chad dado que forma parte desde 1998 de la Multinational Joint Task Force, una coalición de fuerzas para combatir a insurgentes y grupos terroristas en las zonas fronterizas de Níger y Nigeria. Separados de la provincia de Borno (principal baluarte de los terroristas) sólo por el Lago Chad, el gobierno de Déby teme que de no apoyar a sus vecinos en la región, será cuestión de tiempo que Boko Haram entre en su territorio. Además, N’Djamena tiene sus propios problemas con rebeldes en el Sur de su país junto con su participación en el actual conflicto en la República Centroafricana por lo que quiere evitar a toda costa más problemas en una región actualmente pacificada.
Además, hay otra explicación por la que el parlamento chadiano haya aprobado por unanimidad su intervención en Nigeria y Camerún: el principal puerto de este último, Douala, es la puerta de entrada de una parte importante de las importaciones que hace el gobierno de N’Djamena. Además, ambos países tienen un proyecto para transportar el crudo del recién descubierto yacimiento de Doba, en Chad. Su cercanía a la frontera camerunesa podría provocar un golpe importante a la gran esperanza económica de Idriss Déby.
¿Está solo Chad en la lucha contra la insurgencia?
Una de las grandes ventajas del ejército chadiano es su gran experiencia en combate en terreno desértico. Así lo demuestra su intervención en Mali en 2013 cuando fueron capaces de provocar numerosas bajas a los rebeldes, capturar pueblos y depósitos de combustible con una relativa facilidad.
Sus fuerzas armadas, que suponen entre un 2 y un 4 por ciento del PIB chadiano, no están formadas por reclutas y anticuado material soviético como sus vecinos sudaneses y libios. El país mantiene una pequeña fuerza profesional para hacer frente a los diversos frentes en los que está envuelto. Además, el hecho de ser el aliado de la metrópolis en la región ha permitido que las fuerzas chadianas posean material relativamente moderno de procedencia francesa o americana.
El apoyo norteamericano también es destacable. El AFRICOM, el mando americano en el continente negro, mantiene un pulso con la administración central para poder abrir nuevas bases en el continente más allá de Camp Lemonnier, en Djibouti, siendo Chad uno de los lugares preferidos para éste. La estrategia para combatir el auge del islamismo radical en África pasa por contar con la colaboración de los gobiernos locales, por lo que Estados Unidos ve clave el apoyo de países como Mali, Níger o el propio Chad. En Mayo, tal y como informa el diario “The Nation”, ya envió a una unidad de drones al país centroafricano para llevar a cabo operaciones de reconocimiento en la zona controlada por Boko Haram.
Además, el ejército chadiano participó en el Flintlock 2014, una serie de maniobras militares junto con americanos, franceses, británicos y otros ejércitos africanos. Su ejército está siendo parcialmente entrenado por oficiales estadounidenses y N’Djamena ya ha recibido la promesa del AFRICOM de obtener más material bélico para sus futuras operaciones (ahora ya en desarrollo) en las provincias septentrionales de Nigeria y Camerún.
¿Por qué Boko Haram es tan poderoso?
Nigeria es un país enorme, con una complejidad étnica aun mayor. El país está dividido en dos zonas claramente diferenciadas: la cristiana y la musulmana, lo cuál supone una dificultad tremenda a la hora de gobernar desde Abuja. Aun así, el problema que supone esta fractura de credo no se ha visto reflejada en la historia nigeriana hasta ahora, pues la única guerra propiamente dicha que ha tenido que hacer frente el gobierno de Nigeria ha sido el conflicto de Biafra a finales de los años 60.
Otro factor importante a la hora de entender el auge de este grupo es el masivo recibo de armas desde el Sahel y el Sáhara. Reuters apunta que muchas de las armas que hoy empuñan las milicias de Boko Haram provienen de los mismos arsenales libios que armaron a milicias tuareg del desierto para luchar en favor del coronel Gadafi. Una vez finalizado el conflicto, los mercenarios huyeron del país volviendo a Níger o Chad, desde donde, gracias a las vastas y porosas fronteras de esas naciones, han podido llegar miles de armas a la región de Borno y demás. El Consejo de Seguridad de la ONU habla de centenares de lanzacohetes, antiaéreos ligeros así como miles de rifles, ametralladoras y granadas de procedencia libia que ahora están en manos de Boko Haram.
Todo ello ha dotado de poder a ese grupo de 200 estudiantes que en 2002 se unieron al líder religioso Mohamed Yusuf en el campamento “Afganistán”. Hoy día son una fuerza con mucha influencia y poder en la región, sobre todo después del fallecimiento de Yusuf en un enfrentamiento con las fuerzas gubernamentales en 2009. Desde ese año se calcula que el grupo Boko Haram ha acabado con la vida de cinco millares de personas, lo cuál no deja dudas de su ferocidad y poder. De hecho, la mayoría de sus reclutas provienen de las provincias más deprimidas de la Nigeria musulmana, donde la falta de recursos económicos aboca a muchos jóvenes a la yihad como forma de ganarse la vida.
No es oro todo lo que reluce
El gobierno de Déby, tras ganar la guerra civil, es férreo y medianamente estable pero cabe recordar que Chad es un país que posee dentro de sus fronteras más de 300.000 refugiados de procedencia diversa, como Darfur o República Centroafricana. Amnistía Internacional en 2013 denunció que en los departamentos fronterizos con Sudán se han visto reclutas menores de 18 años, se han registrado abusos por parte de guardias y soldados en las provincias antiguamente controladas por rebeldes, la libertad de prensa está coartada (el editor jefe del N’Djamena Bi-Hebdo fue multado y amenazado con entrar a prisión por publicar textos de la Unión de Sindicatos) y así un largo etcétera de violaciones de los Derechos Humanos.
En la República Centroafricana, las fuerzas chadianas han sido denunciadas por no oponer resistencia a que el movimiento rebelde Séleka se hiciera con el control de la capital. Además, hay acusaciones de disparos contra civiles o contra otros miembros de la Unión Africana. Roland Marchal, un experto en este país del parisino Centre National de la Recherche Scientifique, afirma en un artículo que los “chadianos son muy buenos soldados pero que no lo son tanto en materia de estabilización”.
¿Qué pasará en Camerún y Nigeria? ¿Chad tendrá un historial impecable como en Mali o será una intervención complicada como la de la República Centroafricana?
Ahora, Níger
El país que limita al norte de Nigeria también se ha visto afectado durante las últimas semanas de los ataques de Boko Haram, por lo que Chad también se ha visto obligado a desplegar soldados en la frontera con la región de Borno.
En esta infografía de AFP podemos ver el despliegue de las fuerzas chadianas en Níger, Camerún y Nigeria.
La fuerza aérea chadiana parece haber participado en el primer contrataque en Bosso, localidad fronteriza nigerina, que ha frenado, por el momento, la entrada de Boko Haram en Níger. Las televisiones locales hablan de 109 rebeldes abatidos.
Este ataque ha provocado una aceleración en la creación de una fuerza internacional para frenar a los rebeldes, en la que, además de participar los países ya mencionados anteriormente, se sumará Benín, vecino occidental de Nigeria. Lo que había sido un conflicto interno ahora ya se ha convertido en un problema regional, donde más de 6.000 hombres (según la inteligencia estadounidense) continúan ejerciendo su reino del terror en la cuenca del lago Chad.
Las cifras de esta fuerza de intervención se mueven entre los 7.500 y los 8.700 efectivos (la segunda cifra es contando personal civil), un número que puede parecer insuficiente para contener un grupo rebelde en expansión. Además, Francia ya tiene su escuadra de cazas Rafale y de drones desplegados en la zona, aunque de momento solo desarrollan tareas de reconocimiento.
Los primeros choques dan como ganador a Chad
En Fotokol (Camerún), pese a la muerte de 81 civiles y 19 militares, los chadianos y cameruneses repelieron las fuerzas islamistas y en la ciudad nigeriana de Gamburu hubo 200 insurgentes muertos por 9 del ejército de Chad. En el choque fronterizo en Níger, como ya se ha dicho antes, se calcula que un centenar de milicianos de Boko Haram cayeron bajo el fuego y las bombas de los aviones chadianos y de los rifles nigerinos.
Aun así, la situación dista mucho de estar pacificada. El territorio controlado por este temible grupo todavía es extenso y es una incógnita si los ejércitos africanos tendrán suficientes recursos como para combatirles de forma efectiva o, lo que puede ser más difícil aún, si serán capaces de estabilizar una zona que, a día de hoy, es el campo de batalla más grande del continente africano (más que Somalia o Libia).
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