Chalecos amarillos españoles

Publicado el 22 enero 2019 por Cronicasbarbaras

Los taxistas de Barcelona acaban de iniciar una huelga poniéndose chalecos amarillos como los indignados franceses contra el gobierno reformista de Emmanuel Macron.

Mientras que en Francia el movimiento de los “gilets jaunes” se inició en otoño como protesta por el incremento de impuestos a los combustibles, el de los taxistas, que amenaza con extenderse por toda España, se dirige contra la competencia que se contrata por internet de las multinacionales Cabify, española, y Huber, estadounidense.

El movimiento francés absorbió enseguida demandas generalistas –coste de la vida, economía, vivienda, servicios públicos o legislación laboral--, y fue haciéndose violento bajo dirección de ultras de derechas e izquierdas, con apoyo secreto ruso y público del gobierno italiano.

Los separatistas catalanes, que adoptaron el amarillo como símbolo a favor de los golpistas presos, sufren ahora la competencia simbólica de los taxistas barceloneses, a los que quizás imitarán los de otras ciudades.

El amarillo se metamorfosea: antes era el color de los esquiroles, ahora el de los rebeldes políticos y sindicales.

Cuando aparecieron los “gilets jaunes” franceses, Pedro Sánchez y su gobierno habían anunciado ya una persecución al gasoil y el aumento impositivo de entre 3 y 4,5 céntimos por litro, excesivo para los menos ricos y contra los compradores y fabricantes de vehículos diésel, cuyo consumo era más barato que el de gasolina.

Las protestas populares son contagiosas, como sus símbolos, y la situación española es peor que la francesa, especialmente por el paro y otras constantes entre la que se están ahora las concesiones políticas y económicas de Sánchez al separatismo catalán mientras le retira medios a otras regiones más necesitadas.

Sabemos cómo empiezan y se expanden los chalecos amarillos. Y también que pueden provocarle dolor de tripas a un país, especialmente si sus clases menos poderosas consumen gasoil.

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