¡Vinny, Vinny the sweeper section number two, apúrate puñeta! Gritaba Ronie por el altavoz que se escuchaba por todo el grandísimo warehouse.
Venancio, que era su nombre real, se alegraba que lo llamara su supervisor favorito y se reía de la frase que utilizaba para hacerlo mientras repetía – puñeta, puñeta, puta que pendejo el boricua -
Lo primero que me dijo cuando lo conocí fue lo difícil de acostumbrarse a trabajar en el tercer turno y que hiciera todo lo posible por mantenerme despierto. Comenzar a las nueve de la noche y terminar a las cinco de la mañana o más no era una tarea fácil.
Durante ese tiempo las pase negras por que me dormí infinidad de veces y hasta soñaba mientras caminaba; bastaba recostarme contra la pared para que Morfeo se hiciera presente invitando al profundo e inmisericorde sueño.
Despertaba sobresaltado y asustado entre cajas y paletas dentro de un camión que me había tocado trabajar preocupado por si había algún supervisor cercano que me pudiera reportar.
Vinny me dijo entonces que era mejor turnarnos para dormir alguito, siquiera una media horita. Así buscábamos un camión en la puerta de carga más lejana y mientras uno dormía el otro laboraba cerca para pasar la voz a tiempo y no pase nada que pudiera perjudicar nuestro trabajo.
Al igual que yo él manejaba el montacargas o fork-lift como también se le conoce y lo hacia muy bien, ya tenia como seis meses en el puesto y estaba bien considerado en la compañía. Siempre me repetía que Ronie el boricua supervisor de su sección, era un excelente tipo gran colaborador aunque bastante exigente.
- Puta hermano a mi me ha ayudado bastante este boricua por eso cuando me pide un favor yo vuelo, sabes que le encanta la jalea y la parihuela, se muere por esos platos.
Así mientras me contaba lo del boricua íbamos a los Valles Encantados un conocido restaurante de comida peruana a pedir la famosa parihuela para Ronnie.
A las ocho y media de la noche ya estábamos en la esquina de Rodgers con la avenida Harrison esperando el carro que nos llevaría a DOGO Inc. Así se llamaba la compañía donde trabajábamos.
Cuando ya tuve una semana en el puesto recordaba el primer día que Tavo el chofer de Abecco, nuestra agencia de empleos, me pasó la voz para este nuevo puesto en la noche.
Llegué entonces a la esquina de siempre y encontré a Vinny esperando también la movilidad. Cuando llegó la camioneta y entramos pude ver a dos personas, uno se llamaba Rafael y el otro Omar, sí, el mismo que tuvo la bronca con Charlie.
Partió el carro raudo rumbo al trabajo a pasar la primera noche, la prueba de fuego con la consigna de no quedarse dormido.
Éramos cuatro los que estábamos designados a ese warehouse y además todos hispanos que sentíamos muchas veces el racismo de parte del personal, especialmente de los afroamericanos.
Vinny era algo extraño y definitivamente ya tenía muchos demonios dentro que se manifestaba en su trato por ratos algo hosco y violento.
Conforme iba conociéndolo me di cuenta que no tenia amigos, digamos gente que pudiera frecuentarlo. Siempre hablaba de su estadía en California y cualquier tema lo relacionaba con California que allá era chevere, que allá estaba su novia y siempre repetía que iba a volver para quedarse definitivamente.
Alguna vez me contó de lo difícil que fue su niñez, de un padre que lo rechazaba, de las golpizas que recibía por sus travesuras y sus malas juntas, de los problemas familiares y la marginación de parte de ellos que lo marcaron convirtiéndolo casi en un resentido social, alguien que solo buscaba algo de cariño donde sea donde fuera. Me decía que trabajó de todo en Lima, pasando por ambulante, palanca de microbus y cargador de verduras y papas en la parada. De su suerte con las mujeres, frase que repetía siempre ufanándose de ser un don Juan, cosa que parecía solamente una fantasía que albergaba inocentemente en su cabeza, como una suerte de aliento personal para su casi ausente amorío con las féminas.
Me fui dando cuenta que era difícil ser su amigo por que él consideraba la amistad casi como una propiedad. Así aunque parezca increíble él decía o decidía quienes podrían ser las amistades de sus amigos.
Vinny consideraba a Omar su enemigo por lo tanto yo estaba prohibido de hablarle y cuando lo hice me gané su eterna bronca.
El warehouse era grande muy frío durante el invierno. Los portones estaban siempre abiertos para la llegada de los camiones. Había que usar botas, jackets gruesos, guantes y en lugar de gorras era mejor un pasamontañas por que protegía el rostro, sin contar los polos y pantalones térmicos
Para calentarnos un poco íbamos a ayudar a don Pepe, que era como nuestro jefe.
Él se encargaba de encender los calentadores que se colocaban en los camiones para que no se frisen ciertos productos, estos calentadores eran una especie de cocinas delgadas y altas impulsadas a gas.
Así pasábamos algo cómodos mientras afuera la nieve caía pacientemente derramando su blancura por calles, techos, puentes y carreteras de esta vieja ciudad no dejando escapar ni el recodo más escondido de un basement. El viento de cuando en cuando rompía la calma empujando ahora la suave nevada dentro de los portones, dificultando el trabajo de cargar los camiones imponiendo sanciones a nuestros cuerpos castigando nuestras manos.
Acabada la tarea de los calentadores regresábamos a manejar el fork-lift, manteniéndonos siempre en movimiento por que el inmisericorde frío nos llegaba a los huesos, nos congelaba hasta el pensamiento
Así a veces sentado en algún portón miraba el espectáculo nocturno de puentes y carreteras que más allá desembocaban en el puerto de Newark, autos y camiones desfilando unos tras otro interminablemente brillando sus luces como un árbol de navidad. Me preguntaba entonces como llegué a parar aquí lejos de mi país, como podía haber salido dejando a la familia como uno de tantos. Me preguntaba entonces que cosa vendría después, como terminaría esta historia y cuando traería a mi familia. También asomaba el miedo a vivir solo como muchos inmigrantes viendo crecer a sus hijos a la distancia conviviendo con sus seres queridos a través del teléfono y el internet. Extrañaba a mis hermanos, a los amigos de toda la vida, a la Lima querida, húmeda, nublada, sucia, con ambulantes, microbuseros y todo; igual la echaba de menos igual los recuerdos se juntaban haciéndome un nudo en la garganta.
Encontré una noche a Vinny trepado en uno de los andamios que se usaban para guardar la mercadería. Estaba allí agazapado con unos binoculares mirando hacia uno de los portones.
Le pregunté que pasaba y que era lo que miraba, horas después mientras cenábamos me contó que estuvo chequeando a un pendejo que se escapaba todas las noches. Ese tipo era Omar apodado “Rambo” que estaba cansado de sus jodas, decía que era un abusivo y que finalmente uno de los dos tenia que irse. Luego haciendo ademanes con sus manos terminó diciéndome
- y por supuesto que quien se va, no es precisamente este pechito –
- Ya te he contado que yo me tumbado un montón de cabrones que se creen mucho, que se la pegan de mandones, especialmente hispanos que son mas abusivos que los gringos.
- Llevo cinco años aquí en este país y lo que he aprendido es que no te puedes dejar pisar por nadie ni de a vainas por que estos pendejos y abusivos joden, joden a su propia gente.
- Suave Vinny take it easy Vinny, puta tampoco te creas tanto cabrón.
- Es que tú no sabes nada pues huevón, eres nuevito, te cuento para que no te jodan.
A Vinny si teníamos que reconocerle que era un excelente trabajador muy disciplinado, inteligente y perfeccionista; casi un vicioso del trabajo creo que para él ya no era un oficio era mas bien una obsesión.
Era una forma de mantenerse ocupado y que su cabeza no piense, no se diera cuenta que la soledad lo agobiaba, no quería sentir la ausencia de amigos, esa falta de amor de parte de su familia. Deseaba olvidarse de sus propios demonios de sus odios, cansado de ser un marginal, deseaba simplemente estar ocupado, dormir y luego comenzar otra vez.
Poco a poco iba descubriendo que perdía sus amistades y no podía controlar su genio, su carácter lo traicionaba y terminaba siempre como el escorpión, haciendo daño.
Nunca tuvo buenas relaciones con sus colegas del trabajo salvo con Don Pepe a quien si respetaba por su edad.
Así una noche comprobó que “Rambo” se salía del warehouse por algunas horas en la madrugada, continuo siguiéndole los pasos logró que lo sorprendiera el supervisor boricua Ronnie y por lo tanto le echara el ojo hasta que finalmente una noche le comunicaron que estaba despedido.
Omar que si tenia papeles, nunca imagino que su “lorna” e ilegal a quien ellos lo llamaban “chancadito” le hiciera tremenda jugada para botarlo del warehouse, cosa que se enteraría muchos meses después.
De allí para adelante Vinny se sintió el rey del warehouse era un pavo real que hacia ostentación de su poder y además insinuaba que se le tenia que temer.
Un buen día muy temprano coincidimos en la panadería Fajinhas, siempre llena de gente haciendo cola para el pancito y el cafecito, misma casa del jabonero, el que no cae resbala. Casi todos se conocen, ahí estaba también la famosa señora que dicen cubana, algo gordita ya entrada en años, sentada en su mismo sitio tomando su café al lado de su inseparable bastón. Ella paraba allí casi todos los días como parte de la escenografía de ésta concurrida panadería de la ciudad en el 2001.
Nos saludamos con Vinny y nos sentamos a tomar desayuno a pesar que nuestra amistad ya no era la misma. Me estuvo comentando del trabajo, reclamándome sobre unas paletas que yo habría movido sin su autorización. Solo me reí y le dije que no estábamos en el trabajo y que se olvidara del asunto.
De pronto me dijo – Puta este vaso esta medio quebrado voy a cambiarlo – Yo le dije que solo estaba un poco chancadito que no era para tanto.
- Oye esta chancadito como tu – le dije sonriendo.
Se molestó de la broma y me preguntó repetidas veces quien le había puesto esa chapa.
En realidad yo sabía quien se la puso pero no era necesario decírselo, él insistía saber por que ese sobrenombre, yo le daba gusto con algo de maldad.
- Dicen que por la carabina compadre, ósea la pepa, el cacharro pues Vinny - El miraba como distraído a otro lado y repetía – chancadito, no, chancadito; puta que pendejos.
Vinny un poco alzado y vanagloriándose de su supuesto poder y de considerarse fijo en el trabajo cometió el error de sentirse intocable.
Como ocurre siempre la temporada baja llegó y diariamente salíamos mas temprano de lo normal pero Vinny siempre salía más tarde para acumular sobretiempo.
Recibió un aviso de la compañía por esta acción, pero él continuo sin hacer mayor caso.
Vinny seguía enceguecido por su vanidad y el abuso del sobretiempo paso a mayores. Una noche al llegar a la ventanilla del gringo Fred, rutina que hacíamos todas las noches al llegar al warehouse, éste le dio la mala noticia que ya no pertenecía a la empresa y por lo tanto sus servicios habían terminado esa misma noche.
Estaba yo afuera del warehouse junto al camión de comida comprando un café, cuando bajo él y me dijo algo. La noche estaba fría y aunque no había nevado soplaba un viento helado que nos hacía temblar. En ese momento entraban una serie de camiones que llegaban para dejar su carga haciendo un gran ruido. No lo escuche bien y cuando pasaron los camiones y el ruido me dijo que necesitaba un taxi para ir a su casa. Él no sabía mucho de este servicio por que siempre esperaba a alguien que lo llevara hasta el paradero más cercano para tomar su bus. Le dije que de allí a casa le iba costar mas o menos veinte dólares y luego de aceptar le pedí la movilidad.
Mientras esperábamos el carro se quedó callado y no habló absolutamente nada. Así estaba Vinny el sabelotodo el que se creía intocable estaba jodido. Quizás recordaba ese momento nuestras conversaciones cuando hablamos que mucha gente creía que los gringos eran uno cojudos y que uno se los podía pasear cuando quería, nada mas falso y nosotros que habíamos visto bastante, lo sabíamos, él lo sabia. Vinny que había peleado contra los abusivos y pendejos de todas las factorías había terminado igual que ellos; haciendo ostentación de su poder y de cuando en cuando jodiendo a los novatos. Cuando apareció el taxi nos acercamos y abrió la puerta, con la mirada distraída me dio la mano mientras repetía – me botaron, puta me botaron, que pendejos, que pendejos. De pronto inesperadamente antes de entrar al taxi me dijo
- Mira el faro de este carro, aquí en este costado, te diste cuenta, esta chancadito, jeje chancadito como yo – me dijo sonriendo.
- Oye Vinny, mientras puedes ir a buscar chamba en Abecco o en el Mostro.
- Mira compadrito este pechito nunca, me escuchas, este pechito nunca se va a quedar sin chamba huevón, yo mismo soy, mañana mismo me consigo otra cosa mejor que esta
El taxi partió y se llevó a Vinny dentro con todos sus resentimientos y sus odios, algo era cierto Vinny nunca se quedaría sin chamba como él decía por que la chamba era su vida el mejor remedio para olvidar sus pesadillas.
Como muchos otros el derrotero para un ilegal estaba otra vez en su punto de partida