Se han juntado la campaña electoral autonómica gallega, el décimo aniversario del hundimiento del Prestige y el inicio del juicio contra sus responsables, y aunque las costas están limpias desde hace años la oposición al PP chapotea el chapapote para restarle votos.
Xosé Manuel Beiras, de 76 años, expatriarca nacionalista, golpea mesas otra vez con un zapato, como cuando imitó a Nikita Krushchef, mientras acusa al líder gallego del PP del desastre del Prestige y de haber matado con su política sanitaria más que ningún grupo terrorista “en el Estado”.
Agitar nuevamente el “Nunca Máis” puede sustraerle votos al moderado popular Alberto Núñez Feijóo, 51 años, que dirigía Correos y Telégrafos en Madrid cuando los gobiernos de Aznar y Fraga apartaron el Prestige de la costa gallega hasta que se hundió a unas 133 millas (246 kilómetros) mar adentro.
Todo chapapote es útil para esta campaña. Socialistas, nacionalistas e izquierdistas estilo Syriza griega, dirigidos ahora por el impetuoso Beiras, temen un nuevo triunfo de Feijóo, bastante amedrentado por algún posible diputado de UPyD y por Mario Conde, con lo que podría no alcanzar 38 escaños, la mayoría absoluta que espera.
El alejamiento del petrolero se debió a que ningún responsable de poblaciones en las rías gallegas admitía que se le acercara perdiendo chapapote, y menos el alcalde del puerto más cercano, Coruña, el socialista Francisco Vázquez.
El pecio, a casi 4.000 metros de profundidad, deja salir aún algunos “hilillos como de plastilina”, como definió Mariano Rajoy lo que detectó el batiscafo que lo revisó tras el hundimiento.
Pero en esta campaña se acusa ahora a Rajoy de llamarle “hilillos como de plastilina” a las 77.000 toneladas de petróleo que habían arrasado la costa.
“Sempre máis”, la propaganda chapotea implacable, pero nada sutilmente, el chapapote.
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SALAS