Hace tiempo venía persiguiendo la idea de charlar con Walas pero me parecía difícil llegar a él; al menos eso creía por una cuestión de magnitudes: que era casi imposible llevar a cabo esta charla que hoy les presento. Todo se dio gracias a la intervención de Miriam Maidana, amiga virtual de LMEDA y amiga real de Walas, que fue quien me ayudó para que esto sea posible. Eugenia Tavano fue el contacto al que me derivó Miriam y quien dio la estocada final para que todos ustedes puedan leer esta charla con Guillermo Cidade.
Ellas dos no saben cuánto se los agradezco, aunque haya sido repetitivo al respecto.
En fin, el domingo tocó Massacre en XLR de San Miguel, mi ciudad, y pude hacerme presente para estar cara a cara y durante media hora, con ese personaje único del rock argentino. Un loco maravilloso que se muestra amable y freak en público y que, cuando charlás con él, se entrega con facilidad y te cuenta sus problemas, miedos, gustos, culpas, pasiones, mambos y deseos con una soltura envidiable. Es él arriba y abajo, sencillamente.
No me gusta hacer mucho prólogo a estas charlas con músicos pero en este caso cabe aclarar cómo se dio todo: éramos cinco personas (dos amigos que vinieron a ayudar con las fotos, Walas, el Duende -productor de Massacre- y yo) en la camioneta de doble -¿o triple?- cabina del grupo, a oscuras y urgidos por un show que podía arrancar en cualquier momento, casi sin verle la cara al protagonista pero a la vezmano a mano; todo mientras afuera los pibes andaban en skate, ya que el show estaba anunciado como festival skater y antes de Massacre tocaban cuatro bandas. En el patio trasero del lugar estaba dispuesta la pista, al costado hicimos la nota.
Bajó Walas, lo saludamos y fuimos directo para la camioneta. Vio mi remera con la portada de Marquee moon de Television y rompió el hielo, cuestionando un poco en broma un poco en serio, como hace en los shows: "Ése disco, ¿es genial o es una mierda". Prendí el grabador y arrancamos, mientras él seguía explayándose sobre Marquee moon:
-Es obligatorio que te tiene que gustar, ¿no? Como que está impuesto que te tiene que gustar sí o sí. Me encanta el género, el pre-punk: Talking Heads, Television, Patti Smith, Electric Chairs, los New York Dolls. El otro día lo puse... y te digo la verdad, a mí ya no me meten en ningún molde, ni estético, ni ético. Entonces, a mí me gustan las cosas que me gustan de verdad, o no. Y este disco es un disco que tiene ocho temas, lo puse y dije comercialmente es un plomo. No tiene ningún hit, no es como los discos de Blondie o de los Ramones, que tocaban a la par en el CBGB y que son todos temazos, todos hitazos, todas composiciones geniales... (Silencio y muchas risas).
Pero te gusta igual.
Sí, me gusta, me gusta. No sólo este disco, Tom Verlaine solista también. Peeero, tampoco me parece... maravillante. ¿A vos te gusta o te estoy hablando al pedo?
Me encanta. Es mi disco favorito.
¡Ah, bueno! (Risas).
RINGO. LA PRESIÓN, EL ÉXITO Y EL ENTRETENIMIENTO
¿Se sentían presionados mientras armaban Ringo? ¿Laburaron tranquilos?
Teníamos una presión, sí, autopresión y presión de afuera. Autopresión nunca tuvimos nosotros porque siempre fuimos artistas libres, hicimos y grabamos lo que quisimos y bueno, después que le guste o no a la gente es independiente a lo que hacemos. Pero en este caso sí tuvimos presiones propias, internas. Y también externas: no de la discográfica sino de la prensa, de los periodistas que nos preguntaban “después de tanto éxito y tantos premios con El mamut, ¿van a estar a la altura?”.
¿Y eso lo sentían?
La verdad que lo sentimos, nunca nos pasó en toda nuestra carrera porque nosotros siendo artistas de culto hacemos lo que se nos da la gana, te repito. Y es la primera vez que sentimos la responsabilidad de tener que estar a la altura de cumplir con alguien, ¿viste? De cumplir con más gente, de cumplir con críticos... De cumplir con una cosa que tiene que ver con el entretenimiento.
A nosotros nunca nos había pasado esto de entrar en un circuito que es el circuito de los festivales, del éxito, del mainstream. Entonces, ahí entra en juego una cosa que nosotros no entendíamos y no estábamos preparados para jugar, que es el entretenimiento. Nosotros siempre fuimos artistas de culto, y qué quiere decir ser artistas de culto: que el público viene a ver lo que ya conoce de los discos... (Se ríe).
Y punto.
Y punto. Entonces no tenés la responsabilidad de tener que hacer un hit, o temas que armen un espectáculo.
¿Y ahora sentías que tenías que hacer un hit?
Ahora sí. No que teníamos que hacer un hit en particular, sino que entran en juego otro tipo de cosas, ésas que yo defino como “el entretenimiento”. Está el arte y el entretenimiento, nosotros siempre nos mantuvimos en el plano del arte.
Cuando estás en los festivales, donde hay un sponsor que te convoca -que es la gaseosa no sé qué o la cerveza no sé cuánto o las zapatillas no sé cuánto-, vos sabés que tocás para tu público. Yo sé que cuando toco antes de Marilyn Manson hay una cantidad de gente que conoce mis canciones y mis discos, puedo tocar lo que sea y ellos lo conocen. Pero después, toda la gente que está atrás no los conoce, entonces tenés la obligación -o la responsabilidad- de hacer algo para ellos; y no sólo para ellos sino para el crítico que tampoco te conoce y está con la birome esperando decir cómo fue el recital de Massacre.
Les cambió la realidad.
Nos cambió la realidad pero estuvimos a la altura, fijate lo que son las críticas. Agarrá la Rolling Stone de ahora... eso es buenísimo. Una cosa que me enorgullece y me pone contento es que, de alguna manera sin saberlo y sin aprenderlo, supimos jugar en las dos canchas: la del rock artístico y la de dar un espectáculo, de tocar 10 o 15 temas antes de Marilyn Manson y que después el crítico diga que estuvo bueno. De hecho, boludo, tocamos el otro día con Sonic Youth y varias bandas más y hubo un escenario donde tocó Massacre y El Mató. Y fijate lo que son las críticas, los comentarios y demás.
Entonces, me alegra saber moverme en las dos canchas, garpar en la del arte y garpar a nivel espectáculo y entretenimiento. Porque ser Joy Division es una cosa y lo hicimos durante muchos años, pero después plantarte en un escenario donde hay treinta mil personas esperando que vos toques diez temas y los conmuevas de alguna manera, ¡y lograrlo!... La verdad que está bueno. Y es lo que hicimos con El mamut y también con Ringo.
LA CULPA DE SER UN GANADOR
¿Se están acostumbrando a ese mundo todavía?
Yo no me acostumbro nunca. Me doy cuenta ahora, final del 2011, que nunca me acostumbro. Y me doy cuenta de que tengo que ir a terapia porque me hace ruido jugar en el mainstream, me hace ruido el éxito...
¿Te pasa eso porque te reconoce la gente por la calle, por ejemplo?
Qué sé yo, no sé, todavía lo estoy analizando bastante con mis amigos confidentes, con los terapeutas... A mí me hace ruido que me paguen ahora por hacer una cosa que haría gratis.
¡¿Sí?!
¡Y sí! Que venga una marca como Jack Daniels y me diga “loco: vení, tocá diez temas y te garpo”... Y yo lo haría gratis de todas maneras, ¿entendés? Un tipo al que le gusta la pesca no va a esperar que le paguen para ir a pescar. ¡Es más, pone guita! Para ir hasta Chascomús, comprar la carnada y qué sé yo. Entonces yo me dedico a esto que lo amo y lo hice siempre por nada, siempre gratis y ahora...
Bueno, pero no está 'mal'.
No, no está mal...
¿Y entonces cuál es el dilema que tenés?
Que yo soy un tipo que fue criado, primeramente, en el modelo de perdedor. Mis modelos siempre fueron perdedores, Ian Curtis... O sea, los que no los conocía nadie, los que tocaban en el CBGB y no metían gente. Y por otro lado fui criado en la mentalidad del laburante y entonces, vos, cuando laburás, ganás plata por algo que no te gusta hacer. Y si a mí me pagan por algo que me gusta me hace ruido, me mueve el bocho, me mueve la psiquis y tengo que terminar con culpas sociales... Yo fui criado por un tipo de San Francisco que se llama Jello Biafra, el líder de los Dead Kennedys. El tipo ese laburaba para las minorías, los imcomprendidos, los gays, todas esas minorías de San Francisco, y del mundo.
Te choca pasar de ser como tus modelos losers a ser un tipo ganador. Ésa es la lucha.
¡Exactamente! Me hace un poquito de ruido llegar a un lugar y que me digan “vení, subí al VIP, sacate la foto, sentate al lado de la modelo, de la ganadora”.
¿Y eso te está pasando siempre ahora?
Me está pasando y me estoy empezando a asimilar, a comprender... Igual la Tori, nuestra manager, el otro día me dijo “vos nunca vas a ser un burgués (risas). Por más que seas un millonario y vendas discos como Elton John siempre tenés la esencia del tipo de la calle, del croto”.
¿Y te alivió un poco?
Seee (risas). Todo lo que me dice la Tori me alivia porque siempre tiene la palabra justa, más que diez mil terapeutas.
LO QUE ENTRA, LO QUE SALE
Respecto de los temas que quedaron, ¿hicieron muchos, dejaron algo afuera?
Sí, nosotros siempre armamos una cantidad de temas para un disco y quedan siempre algunos afuera, pero no muchos. No somos de esos que dicen que hacen 50 temas y dejan 10, esos verrrrsos no se los creo a nadie, ni a Bowie ni al más prolífico. En nuestro caso hacemos un disco que tiene once o doce temas y quedan afuera dos o tres. Hay temas que entraron en el disco y no iban a entrar, por ejemplo Tanto amor, que fue el primero en salir a la cancha. Ése no iba a entrar.
¡El hit no iba a entrar! (Risas).
¡A mí no me gustaba ese tema! En realidad no es que no me gustaba: no le encontraba la vuelta. Hay temas que cuando aparecen entran de una porque tienen una fluidez y una naturalidad, ¡y a este tema yo no le encontraba la vuelta, boludo! Decía, “¿dónde está el estribo, dónde está la estrofa?”.
Claro, porque todas las partes son distintas.
¡Todas las partes son distintas! Y no tiene estribillo... por eso casi no entra en el disco. Y fijate que hoy en día es el primero que salió a la cancha, en YouTube ese tema tiene más de 200 mil visitas, la versión oficial.
¿Te estabas autoboicoteando ahí?
Mmm... No, sabés que no. No es el caso que dije “éste es un temazo, va a ser un hitazo” y lo dejé afuera. No me convencía por otras cosas, me decía “a este tema no le encuentro la vuelta, no sirve para nada”; la letra está linda, eso sí. Pero a la gente le encantó y eso está buenísimo.
[Textos: Tucho.
Fotos: Flo Filiberti y Gonzzalo Iglesias.
Ingeniería psíquica: Madi Elorza, Fede Ruiz y Teté Creidy.
Se agradece a todos ellos y, nuevamente, a Miriam Maidana, Eugenia Tavano y el Duende.
La semana que viene, la segunda parte.]