El conocido actor cierra su cuenta en la red social pese a tener millones de seguidores
Charlie Sheen siempre tiene que estar en el ojo del huracán. Ya sea por sus idas y venidas con el productor Chuck Lorre, los escándalos públicos que generan sus raros hábitos sexuales o por sus problemas con el alcohol, lo cierto es que el actor sabe como mantener viva la llama de su caché. “Que hablen mal de mi, pero que hablen”, debe pensar Sheen, que desde su marcha de la CBS no ha dado pie con bola. Al menos, en lo que a proyectos profesionales se refiere.
La última perla del actor ha sido su marcha de Twitter (sin previo aviso, claro está), tras la que ha admitido que le recordaba demasiado a su pasado y no tiene necesidad alguna de seguir con algo que no termina de llenarle. “Me sentía como si estuviera conectado a todo mi pasado, el movimiento ganador, el movimiento sangre de tigre (tiger blood). Ahora finalmente he ganado y eso es lo importante”, afirmaba el actor a Extra. “No tiene nada que ver con los fans. Realmente aprecio su apoyo y aún lo sigo haciendo. Quizás tenga más que ver con el hecho de que es algo que nunca he querido hacer. Levantarte y hacer cada día lo mismo, además de que lo principal es la seguridad y luego la privacidad.
Sea como fuere, lo cierto es que Sheen había conseguido una popularidad en Twitter que rozaba los 8 millones de seguidores y los hashtags #winning y #tigerblood le llevaron a convertirse en el tema más mencionado del pasado año. Pero como nadie da duros por pesetas en este mundo, Sheen también se dio cuenta de que su presencia en la red social no sólo le reportaba beneficios sino también importantes hándicaps, que suponemos que también habrán terminado por pasar factura. “Mucha gente utilizaba mi influencia para promocionarse o intentar obtener fama”, ha admitido el actor.