Revista Cultura y Ocio

Charlie, un viaje que se repite y los grandes del Jazz

Publicado el 22 abril 2010 por Poli @FIPoli27

1959 in Stuttgart Germany
Louis Armstrong - trumpet
Trummy Young - trombone
Peanuts Hucko - clarinet
Billy Kyle - piano
Mort Herbert - bass
Danny Barcelona - drums
Si ustedes lo vieran a Charlie no lo podrían creer. Digo que no lo podrían creer porque es el personaje ideal para la historia que les voy a contar. Charlie es un gordo, grandote, con barba, podría ser sacado de una película de los Hnos. Coen pero no, Charlie es real. Charlie existe y maneja un auto de remis. Hace 5 años que me lleva y me trae de Ezeiza en mis frecuentes idas y venidas de Madrid. Y hablamos de jazz. Me pone CDs y me explica. Me pide que preste atención a ese piano o a esa guitarra o a esa trompeta. Y tararea tipo scat. O al saxo, me dice. Y me mira, que voy sentando a su lado, dejando que el auto se deslice sobre la avenida, y me explica que no hubo otro como Sinatra y que en esa cinta canta con el acompañamiento de la banda de Count Basie, y me dice que Sinatra lo admiraba a Basie, que se ponía atrás del piano cuando tocaba. Y sigue con su scat. Después me habla de su amigo Manuel Fraga. “Lo tenés que escuchar a Manuel, es un monstruo”, me dice con un respeto que lo siento. Manuel que recién se acaba de comprar un piano y que está organizando un ciclo del mejor jazz en Notorius. Seguro que lo voy a ver a Manuel, un día organizamos, le digo pero en esos viajes siempre demasiado cortos siempre tengo otras cosas que hacer que me impiden verlo a Manuel con su piano. Charlie toca el saxo. Nunca lo vi pero es fácil imaginarlo con ese instrumento. Y yo tuve que ver con su decisión de volver a tocar. Cuando, en cada viaje, me explicaba que no tenía tiempo, yo le decía si es tu pasión no me podés decir que no tenés tiempo. Dejate de joder, Charlie, tenés que volver a tocar. Y un día Charlie, que nos vemos en Ezeiza, me dice que cuando entró a la casa en la que se compró el saxo, pidió permiso para tocarlo, ahí, y se puso a llorar. Y, me confiesa que pensó en mi. Es increíble el regalo que me hace Charlie. En cada viaje, que tal vez sea uno único, yo le pregunto a Charlie, y le vuelvo a preguntar. Y le hablo de lo que escuché. Ahora estoy impresionado con el Mono Villegas que tocó la música de Ellington con los músicos de Ellington y que fue un personaje extraordinario de Buenos Aires, de una época que se fue y que no volverá que dio a tipos de una grandeza inconmensurable como Federico Peralta Ramos  (se acuerdan de “para no ser un recuerdo hay que ser reloco”). Yo le mezclo todo a Charlie, le comparo a los grandes del jazz con el Polaco Goyeneche, le digo que ambos géneros comparten la relevancia de las versiones. En la conversación, no en la misma, en otro viaje pero que puede ser visto como un único gran viaje de ida y vuelta de Belgrano a Ezeiza, le menciono a Sandro y a Cacho Castaña, le digo que esos dos, son dos músicos del carajo. Yo no se si Charlie lo cree o se ve superado por un loco que le compara a John Coltrane, Duke Ellington, Coleman Hawkins con Sandro y Cacho Castaña, pero me dice que sí, que son dos grandes. También le digo de una versión del boggie woogie Honky Tonk Train Blues de Keith Emerson y él me dice que le estoy hablando de palabras mayores, que Emerson tocaba en serio. Claro que me sorprende que lo conozca a Emerson porque no viene del palo del jazz sino de la música progresiva inglesa de los setenta, pero, después lo pienso bien, y me digo que Charlie lo conoce todo. Ahora vuelvo al jazz de palabras mayores y le cuento de Piano Reflections, una grabación de piano del Gran Duke Ellington, de los cincuenta, en la que se muestra como un instrumentista muy personal. Y, finalmente, le pregunto lo que más me interesa. ¿Quiénes cambiaron el modo de entender el jazz?. Le hablo de Thelonious Monk, de Ellington, de Coltrane, de Miles Davis. No, me dice, los que, indiscutiblemente, generaron una revolución en el modo de entender el jazz, para mi, son dos: Louis Amstrong y Charlie Parker. Como Einstein, como internet, hay un antes y un después. Lo miro a Charlie Prelat (que parecido a Charlie Parker, no) y anoto mentalmente para hacer un post en mi blog. Estamos tomando un café con leche con medialunas en Olleros y Libertador, recién abrieron el local porque apenas son las siete de la mañana. Atrás, cuando entramos por la Panamericana hacia Lugones, dejamos un cielo roso que, según lo que siempre me repetía mi padre, preanuncia tormentas. Y acabo de llegar una vez más a Buenos Aires.Blog del autor del libro de cuentos "Historias fugaces de hombres y mujeres".

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