"Charlotte aprendió a leer su nombre en una tumba.
Así que no es la primera Charlotte.
Antes existió su tía, la hermana de su madre.
Las dos hermanas están muy unidas hasta una tarde de noviembre de 1913.
Franzisca y Charlotte cantan juntas, bailan y ríen también.
Y es algo que nunca resulta extravagante.
Hay pudor en esa forma de practicar la dicha.
Quizá tiene que ver con la personalidad del padre.
Un intelectual rígido, aficionado al arte y a las antigüedades.
Opina que nada hay que importe más que una mota de polvo romano.
La madre es más dulce.
Pero de una dulzura rayana en la tristeza.
Su vida ha sido una secuencia de dramas.
Resultará de gran utilidad enumerarlos más adelante."
Conocía la historia que se iba a relatar, desgarradora, real, olvidada... eso hizo que el libro me resultara imprescindible sin apenas saber nada sobre cómo estaba escrito. Me bastaban la historia, la cubierta y la firma. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Charlotte.
Conocemos a Charlotte Salomon en un comienzo que ya es un adelanto de lo que será una vida trágica. Una mujer cuya vida estuvo marcada por la muerte y en la que el arte marcó su vida, tal vez porque la muerte también marcó su arte. Una mujer que también murió, en 1943. Ella lo hizo en Auschwitz, en una cámara de gas. En aquel momento estaba embarazada. Dejó su obra, nos queda Vida o teatro.
Foenkinos escribe un libro singular, en el que no me cabe duda de que es cierto todo lo que cuenta. Lo que hace singular al libro, más allá de la historia, es la forma en que está escrito. A primera vista, un poema, pero no, o al menos yo no he encontrado poesía. Experimenta con las formas dejándonos una historia narrada como una sucesión de frases cortas escritas de forma directa, en las que el autor se dirige al lector. Rinde homenaje, un gran homenaje, a una mujer que descubrió por casualidad, según sus propias palabras, y cuya vida estaba plasmada en cada una de las pinceladas de su obra. Y Foenkinos se pone a ello frase a frase. Desgranando una vida con una cadencia en la que parece necesitar pararse a tomar aire antes de dar el siguiente paso en el camino de lo ya recorrido por Charlotte. Y quién no lo necesitaría con una vida como la de esta mujer.
Charlotte es una mujer marcada incluso antes de saberlo: marcada por una larga cadena de suicidios en su familia. Gripes que no lo fueron, ángeles, ahogadas... Incluso su madre fallece, aunque tardaría tiempo en descubrir la causa, de esta terrible "maldición familiar". Para cuando lo hace, la niña con diez años ya está acostumbrada a los periodos depresivos de su progenitora y ni siquiera el segundo matrimonio del padre con una cantante, que introdujo la cultura a manos llenas en casa de Charlotte, consigue eliminar las sombras que pueblan a la protagonista. Charlotte descubre que es judía, judíos en Alemania, años treinta... en final ya le sabemos, pero no el camino. Y eso es lo que nos deja el autor. No entra en grandes detalles, reconozco que me hubiera gustado saber más, se limita a contar una vida como si la estuviera recordando de memoria y fuera dictando apuntes. Quizás la mayor sensiblería de la novela sea como trasciende la admiración del autor por quien la protagoniza. Una admiración que tampoco oculta ni lo pretende, la expone al contarnos que visitó lugares en los que estuvo la artista convirtiendo de este modo su libro en algo un poco más privado.
Poco queda salvo el cuidado a la hora de elegir las palabras, de las novelas anteriores del autor. El tema es serio, casi solemne, pero Foenkinos parece empeñado en evitarlo, no quiere que los nazis se adueñen de su historia, tal vez porque la muerte de su protagonista quedó en un lugar desconocido para muchos perdida entre tanta sangre derramada. Su objetivo es una mujer, no el Holocausto.
Comenzaba hablando de las formas, algo que no me cabe duda que será tan alabado como temido por crítica y lectores. Experimentar es de valientes, y en la literatura, pese a que pocos se animen, hay todo un campo abierto listo para probar. A mi no me ha resultado una traba a la hora de leer el libro, me acostumbré rápido, aunque no puedo evitar salir de la lectura con la sensación de ligereza, de que en una novela se hubiera podido desarrollar más esta historia. Porque la vida de la protagonista merece muchas páginas, o tal vez sea culpa de Foenkinos, cuya intención siempre fue dejarnos con ganas de más.
Y vosotros, ¿os dejáis intimidar por libros que, a primera vista, están escritos de forma poco convencional (o simplemente no son novelas)?
Gracias