Por eso me alegró el poder localizar hoy un ejemplar al mediodía en la playa de la Ribera en Luanco, poder disfrutar unos momentos de su precioso plumaje nupcial, con el pico de un brillante amarillo y las patas de un distintivo tono anaranjado.
Estuvo sedimentado unos pocos minutos, tanto posado en la orilla como en vuelo activo, cuando tuve ocasión de contemplar su forma de volar, rápida y nerviosa, tan distinta de los otros charranes.