Es el fascismo del siglo XXI, todo el aparato del Estado, pontificado por las urnas. Un país en situación de apartheid ideológico, donde es evidente que se ha producido una inversión en los sectores sociales más humildes. Al mismo tiempo que los opositores a partido del Gobierno, PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela) eran despedidos de las empresas públicas, mediante la Lista Tascón, aquel millón de personas que firmaron la planilla para revocar el referéndum de 2004, que posteriormente fueron publicadas por el Centro Nacional Electoral, por la solicitud de Hugo Chávez Frias. Comenzaron a rodar cabezas, los despidos masivos, escarnio público; el enjuiciamiento manu militari de la juez Afiuni a 30 años de prisión en la televisión pública: “¡Métanla presa!”. Una de las páginas más oscuras de Venezuela.
No se recuerda en la historia reciente un gobernante tan violento y antidemocrático, con un desdén que roza lo absurdo con el que discrepa. Escribo estas líneas afirmando que nunca fui a Venezuela, pero sí con familia en el país de Bolívar, personaje que el gorila rojo usurpó y en el cual se envolvió para permitir todo tipo de atropellos contra los ciudadanos que no creían a ciegas en el castrochavismo que él alentaba.
El análisis de la figura de Chávez no se comprendería sin la figura de Perón, el personalismo, el Ejército, su marcado autoritarismo. No se recuerda un caso igual de fascismo en Sudamérica, aunque el chavismo se diga de izquierdas usa formas de amedrentar propias de las marchas de Mussolini en Roma. Signos como los uniformes rojos, los gritos violentos. Además de inocular el odio por lo diferente. Desde el final de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, al cual decía admirar, Venezuela era uno de los países más democráticos de América Latina, aunque hubiese signos evidentes de corrupción política, había una concepción más humanista de los derechos humanos y no existía una división artificial del país.
Se va un mal presidente, un dictador de nuevo cuño, que empleó su influencia para crear un partido único. Su estilo desestabilizador, la persecución de periodistas (Patricia Poleo, Marta Colomina, Berenice Gómez, Radio Caracas Radio que fue expropiada, etc), amenazar empresarios y expropiar haciendas y edificios enteros en el centro de Caracas sin autorización judicial. Un régimen de terror para aquel que no integrase las filas del movimiento revolucionario. Fascismo puro y duro. Al tiempo que se ha propiciado el gobierno más corrupto, con su élite de nuevos millonarios, esos boliburgueses que con la muerte del Comandante están en la cuerda floja. El peligro en lo político es que no se llegue a un término muy venezolano: “retaliación”, venganza. Antes o después los opositores llegarán al poder. Fuentes militares temen que surja un Pinochet, pues el régimen de apartheid en el que se ha convertido el país, alberga resentimiento, son demasiadas las injusticias y excesos cometidos por los que amparados en la impunidad han ninguneado los derechos y libertades de muchos venezolanos honestos.
Al igual que en Sudáfrica el color de piel era utilizado para humillar a una parte de la población, en la Venezuela de Chávez la ideología política, la libertad de conciencia era y es utilizada por el Gobierno para estigmatizar, como si de un bisturí se tratase. Lo peor son las heridas visibles e invisibles de las víctimas, físicas, 150.000 muertos reconocidos, por muerte violenta y sin que ninguna autoridad se plantease parar esta masacre. Hay complicidad con los criminales e intención de mantener la delincuencia en las calles. Queda un país en la ruina económica, endeudado, a pesar del desorbitado precio del barril de crudo.
Las instituciones están totalmente desacreditadas y la inflación consume los recursos de los pobres, que mediante subsidios fueron apoyados por Chávez Frías, pero que ahora se encuentran en una situación de enorme vulnerabilidad. Las clases medias, aterrorizadas ante el hampa y los ricos, cercados en sus viviendas y bajo grandes medidas de seguridad. Dios quiera que Venezuela haga una tránsición homogénea a la chilena, pues ambos han vivido una dictadura y es preciso la reconciliación, aunque en este caso hace falta de urgencia una recuperación de primer orden. Ojalá que cuando vaya a Venezuela estén construyéndose los cimientos de una democracia, fuera del sistema de división. Gloria al Bravo Pueblo de Venezuela para superar todos los obstáculos. Mudar el paisaje del extremismo, por la tolerancia y el respeto. Se va el odio y debe volver la concordia.