Carola Chávez.
¡Dios mío, qué irresponsabilidad! -Dicen los que apoyaron le golpe de 2002, las guarimbas, la Salida-. Ahora Nicolás llama al los chavistas a defender sus logros en la calle. ¿Qué quiere? ¿Sangre, guerra? -Se preguntan en voz alta desde su propia condición.
Es que que en estos 17 años, las únicas hordas violentas que hemos padecido los venezolanos salieron de las urbanizaciones, no de los barrios. Resulta que en estos 17 años, cuando el chavismo salió a la calle a defender sus derechos, lo hizo siempre en paz.
Imaginen si el 13 de abril el chavismo hubiese salido “a descargar su arrechera”. Ese “¡Ay, cuándo bajen los barrios!” que aterroriza a las urbanizaciones desde los tiempos cuando sus vecinos eran felices y no lo sabían, esa posible e indeseable pesadilla se habría convertido en infernal realidad. Pero no, entonces el chavismo salió a la calle, esta vez sí en medio de una dictadura, brevísima pero dictadura. Salió a la calle a meter el pecho, su pecho expuesto siempre al balazo, y trajo de regreso al presidente electo por inmensa mayoría, sin dejar un reguero de muertos, sin dejar heridos, sin dejar un solo rasguño, salvo en el orgullo de los golpistas. Los barrios bajaron a recuperar, con la fuerza de la razón,
la paz que desde las urbanizaciones nos pretendieron arrebatar. Todo esto mientras en el este del Este, por no querer ver, veían comiquitas.
No nos ven cuando no quieren, y cuando no tienen más remedio, lo hacen según su óptica torcida. 17 años poniéndonos violentos peines que no vamos a pisar: del desprecio a la amenaza, a los francotiradores, a las guayas asesinas… Ciegos de arrogancia, desconocieron siempre el mandato popular de la mayoría y ahora, con la misma soberbia, repitiendo su mantra miope: “el chavismo se acabó”, e invocando la máxima de la democracia representativa hace años enterrada, nos dicen que ya votamos, que callemos y los dejemos hacer lo que les salga de la tapa de la barriga, que nos dejemos de cosas, que el poder popular no existe, que eso no se vale, que salir a la calle a defender nuestros derechos es malo y si el Presidente Maduro, al que, por cierto, aún llaman “el ilegítimo”, va con nosotros, peor.
Y es que el pueblo chavista en la calle los aterra, no por violento, sino por poderoso. Y en la calle nos van a ver.