Para el 26 de noviembre de 1959, fecha en que asumió la dirección del BNC, la banca en Cuba atravesaba una situación crítica. Aún sin nacionalizar y con exiguas reservas, pues la mayoría del dinero había sido robado y llevado para Estados Unidos, el sistema bancario heredado contaba con escasas condiciones para propiciar el desarrollo económico y social del país, ahora independiente.
En ese contexto, el principal propósito del Gobierno Revolucionario era recuperar el control financiero y situarlo en manos del Estado, así como las funciones de conservación y custodia de los fondos monetarios que poseía el Banco Nacional. Todo ello atentaba, claro, contra los propósitos norteamericanos de desestabilizar la economía nacional.
La respuesta a esas intenciones no se hizo esperar. Bajo la presidencia del Che no solo se controló la fuga de divisas del país, sino que también se nacionalizó la banca cubana, se dictó una nueva Ley Orgánica del Banco y se evitó el retorno de la moneda cubana salida del país en manos de la contrarrevolución.
En ese sentido tuvo especial importancia el canje de la moneda, en 1961. Con esta operación, que se realizó en solo dos días y a cuya planificación dedicó muchísimo tiempo, se cambiaron los billetes en circulación para, además de ganar control sobre el efectivo del Gobierno, impedir que los recursos monetarios en poder de la contrarrevolución externa fueran utilizados para conspirar contra el país.
Hoy, a 53 años del nombramiento del primero de los presidentes revolucionarios de la banca cubana, resulta inaplazable reconocer su espíritu fuerte y visión preclara. Como dijera Fidel durante la velada solemne por su fallecimiento, el Che "constituyó el caso singular de un hombre rarísimo en cuanto fue capaz de conjugar en su personalidad no solo las características del hombre de acción, sino también del hombre de pensamiento".
O. FONTICOBA GENER
Tomado de Gramma