La señora de la imagen era conocida como Mathew y su sexo era el masculino, al menos hasta que se operó para cambiarlo hace unos ocho años. Ahora cansó de ser mujer y desea volver a la masculinidad perdida, con cargo, eso sí, a la sanidad pública, que ignoramos si sufragó igualmente la primera intervención quirúrgica. La identidad sexual es libre y tengo el convencimiento de que la supuesta represión o discriminación a los homosexuales generalizada, es tan falsa como un billete de cuarenta euros; la cuestión estriba en que si alguien hace ironía sobre el tamaño de la nariz del vecino, no sucede nada en absoluto, pero si la mofa afecta a la condición homosexual del individuo, la noticia salta a los medios y se habla de homofobia condenando a los responsables como auténticos cafres insensibles e irresponsables. Hipocresí política de nuevo porque además, la Sra. Attonley terminará cambiando el sexo en la sanidad pública, mientras nuestro amigo el narigudo si desea reducir el tamaño de su apéndice nasal, no tendrá otra alternativa que la Cirugía Plástica en régimen privado… si puede pagarla.