El hecho ya estaba consumado. Cuando el turko Çakır pitó el final del partido, el Barcelona de Pep Guardiola había quedado eliminado ¿inesperadamente? ante el Chelsea de Roberto Di Matteo.
Las horas posteriores dieron lugar al análisis, y en este, se diversificaron dos claras posturas. Estaban quienes festejaban la derrota y celebraban (extremadamente) el “fin de una era”, y los que reconocían la superioridad del conjunto culé y se mostraban “tristes” porque alegaban que quien había perdido era “el fútbol”.
Sumergiéndose en esa dicotomía, el diario Olé ilustró en su tapa: FESTEJA EL ANTIFUTBOL, con la imagen de un Messi desconsolado.
Ahora, ¿es justo criticar el planteo del Chelsea? ¿Por qué calificarlo de antifútbol?
En mi opinión no lo es. No habrá sido el partido más bonito para la vista, pero ¿qué más podían hacer? Salir a proponer y atacar hubiese sido la perdición. Es muy difícil jugarle de igual a igual a este Barcelona; quienes lo han hecho, han perdido. Por eso es lógico haber salido a defenderse, más aún estando en desventaja, y ante un equipo que te ataca con diez hombres.
Porque si el Barça dejaría tres hombres en el fondo, haciendo pasar a uno de sus laterales únicamente, y se pararía con dos hombres en la contención, la cosa sería distinta. Entonces, la única alternativa era contener a esa tromba azulgrana que paraba a sus defensores en la mitad de cancha, y aguantar.
El objetivo era clasificar, y lo logró. Para eso tuvo que sacrificar a sus delanteros, haciéndolos retroceder como bien lo hizo Drogba y tratando de atacar cuando podían, como en la jugada de los goles.
Algo está claro, quién mereció, por situaciones creadas y posesión, llevarse la eliminatoria fue el equipo español, pero muchachos ¡esto es fútbol! es tan impredecible que es justamente eso lo que lo hace tan atractivo.
Lectura recomendada:
- Del Inter de 2010 al Chelsea de 2012 (vía El País)