¿Chica de ensueño? Desclasificando a la CABRONA

Publicado el 13 septiembre 2011 por Bebloggera @bebloggera
Tuve una revelación. Uno de esos “¡Ahá! ¡Ahora entiendo todoooooo!”
Les explico. Resulta que mi familia es grande, achoclonada y hasta hace muy poco vivíamos todos juntos en una suerte de “Villa Napoli”. Si usted es muy joven para recordar el concepto “Villa Napoli”, imagínese un terreno con muchas casas vecinas, todas ellas pertenecientes a familiares. Es una encantadora imagen mental excepto que es también una especie de infierno chico, en donde todo el mundo te conoce, sabes qué haces, quién eres y con quién andas. ¿Me captan?
Bueno. En esta vida familiar, que tuve desde los 7 a los 26 años, supe siempre que en mi familia: LAS MUJERES MANDABAN. Sí, en serio. Nací y me crié en un matriarcado. Dominado por mi abuela y mi madre. De hecho a mi abuela, los hombres de la casa le dicen cariñosamente “La madre superiora”.

Durante toda esta realidad matriarcal, por muchos años sentí una especie de lástima por mi adorado abuelo y mi amado padrastro. Dos hombres caballerosos, amorosos y absoluta, total e incondicionalmente enamorados de mi abuela y mi mamá respectivamente. Esta lástima se debía simple y sencillamente a que mi abuela y mi madre son unas CABRONAS. ¡CABRONAS!
A ver pero cabronas cómo se preguntarán. Bueno… cabronas como: exigentes, orgullosas, empoderadas, también bastante mandonas y mañosas… pero al mismo tiempo: ultra femeninas, en todos los sentidos de la palabra. Siempre me llamaba la atención que estos dos hombres se desvivían por darles en el gusto a sus mujeres. ¡Pero siempre! Nunca decían que no. Perdón… nunca DICEN que no.
Y ahora que leí “Porqué los hombres aman a la cabronas” ¡lo entendí TODO! Increíble pero cierto. Chicas: ¡es verdad! Los hombres SI aman a las cabronas. Entonces, desclasifiquemos a la cabrona:
Según la autora Sherry Argov, este libro te enseña a cómo ser una mujer independiente, que no necesite de ni un hombre para sentirse valorada, perfecta, atractiva y segura de sí misma. Es decir, es un libro que te dice que no debes poner la opinión de ti misma en el grado de adoración que sienta un hombre hacia ti.
El libro comienza haciéndonos saber que la cabrona jamás será el tipo de mujer que nos enseñan o enseñaban a ser, es decir, aquella que le cocina exquisito, le lava la ropita, le hace aseo, le masajea los pies, le hace el amor cuando él quiere y como él quiere, es decir… esa imagen de mujer de ensueños tipo geisha, es exactamente lo contrario a lo que una cabrona es. ¡Oh! ¿Cambio de paradigma? Así es. Y lo más importante es que en realidad, este tipo de mujeres tan serviciales y amorosas son, al final, ¡ABURRIDAS!

La autora, que escribió este libro basándose en cientos de entrevistas a hombres y mujeres de todo tipo y edad, nos señala que el hombre es, ante todo, un ser competitivo. Un cazador. Un luchador. ¡Un bruto! Por lo tanto, necesita ser desafiado. Necesita sentir que está cazando. Que está ganándose un premio. Que está persiguiendo a la mejor y más complicada presa del bosque (esa eres tú por cierto).
Si la presa es complicada y requiere que el hombre utilice todas sus habilidades físicas y mentales, lo más probable es que se enamore de pies a cabeza. Esto implica dos conceptos importantes: uno, que no debes darle todo a la primera; dos, que debes mantenerte cabrona. Es por eso que la autora explica que la cabrona no es un personaje creado, ficticio para engatusar a un chico guapo. No. La cabrona es una decisión de vida. Si te sientes identificada con el concepto de ser una diosa, dueña de ti misma, entonces quizás ya eres una cabrona sin saberlo.
Según Sherry Argov, la cabrona es: independiente económicamente. Dueña de sus emociones y procesos hormonales. Tonta como un zorro. No se queja todo el día sino que hace que el hombre quiera darle en el gusto en todo. Es dueña de su sexualidad y sensualidad y se preocupa de eso. Tiene sentido del humor, es cariñosa, amable y sabe cómo recompensar los lindos gestos para que éstos se transformen en hábitos. Siempre mantiene su vida propia: no pierde sus rutinas, sus amigas o sus hobbies por un hombre. Es misteriosa, inteligente, una gran conversadora y también una compañera. No se rebaja con ponerse celosa de otras mujeres ya que ella es un PREMIO. La cabrona actúa como un premio y por lo tanto ¡él cree que lo sí es!

Todo esto por supuesto siempre debe ser tomado con humor. ¡Especialmente por nuestros lectores masculinos! Ya que sabemos que lo más importante es ser sincera con una misma, con nuestros valores y la importancia que realmente tenemos y que en estos tiempos estamos recuperando.
Lo que más me gustó de este libro es que reafirmó algo que he estado pensando por mucho tiempo: la mujer NO DEBE masculinizarse para ser tomada en serio. ¡NO SEÑOR! ¡Recuperemos nuestra feminidad y defendámosla! Seamos más femeninas, más yeguas, más putas (me refiero a la intimidad), más hermosas, más histéricas si es necesario. Si nos gusta el rosado: ¡Qué tiene! Si nos gustan los conejitos: ¡Qué tiene! Si nos gustan las botas: ¡Qué tiene!
¡Empodérate mujer! Hazte dueña de tu feminidad. Hazte respetar porque tú misma te respetas… y te lloverán a MARES.