Disfruté de Chicago en Nueva York en 1997, con Bebe Neuwirth como Velma Kelly y Marilu Henner como Roxie, y tuve la suerte de verlo en Londres con Ute Lemper y Ruthie Henshall un año después. Aunque es un espectáculo coral, con un gran peso de los bailarines y de los personajes secundarios, la química entre la pareja femenina protagonista es absolutamente fundamental. Marta Ribera (Velma) y María Blanco (Roxie) la tienen. Aunque por carácter están en los personajes contrarios (Marta sueña con interpretar a Roxie), las dos dibujan con precisión a las asesinas, y el paso de las funciones hará que el retrato sea cada vez más nítido y exacto. Marta y María son dos casos emblemáticos de esas actrices criadas en el musical (y por ello injustamente encasilladas en él), que hablan con naturalidad ese lenguaje especial que tiene el género, donde un agudo puede tener un efecto dramático tan importante como un monólogo, y una coreografía es capaz de enseñar mucho de un personaje. Marta es, qué duda cabe, una estrella del género (además de una mujer adorable), que regresa a los escenariosmuy artista. con este montaje después de algo más de un año de ausencia. Y su Velma es un regalo. María pisa con seguridad y aplomo el escenario, es brillante y Sus voces, tan distintas, empastan de manera extraordinaria, y sacan oro del complicado y exigente número final. Confío, porque se lo merecen, que la gira sea todo un éxito
Disfruté de Chicago en Nueva York en 1997, con Bebe Neuwirth como Velma Kelly y Marilu Henner como Roxie, y tuve la suerte de verlo en Londres con Ute Lemper y Ruthie Henshall un año después. Aunque es un espectáculo coral, con un gran peso de los bailarines y de los personajes secundarios, la química entre la pareja femenina protagonista es absolutamente fundamental. Marta Ribera (Velma) y María Blanco (Roxie) la tienen. Aunque por carácter están en los personajes contrarios (Marta sueña con interpretar a Roxie), las dos dibujan con precisión a las asesinas, y el paso de las funciones hará que el retrato sea cada vez más nítido y exacto. Marta y María son dos casos emblemáticos de esas actrices criadas en el musical (y por ello injustamente encasilladas en él), que hablan con naturalidad ese lenguaje especial que tiene el género, donde un agudo puede tener un efecto dramático tan importante como un monólogo, y una coreografía es capaz de enseñar mucho de un personaje. Marta es, qué duda cabe, una estrella del género (además de una mujer adorable), que regresa a los escenariosmuy artista. con este montaje después de algo más de un año de ausencia. Y su Velma es un regalo. María pisa con seguridad y aplomo el escenario, es brillante y Sus voces, tan distintas, empastan de manera extraordinaria, y sacan oro del complicado y exigente número final. Confío, porque se lo merecen, que la gira sea todo un éxito