Chicago, you don’t understand

Por Viajaelmundo @viajaelmundo

¿A ustedes les pasa? Que el frío les nuble un poco los pensamientos, les recorte las palabras. A mí sí, a veces, cuando se me queda atrapado en el ceño y me hace doler la cabeza; cuando se me queda en la punta de los dedos y tengo que darles calor porque no puedo teclear, mucho menos tomar un lápiz. Me gusta el frío, pero a veces me juega malas pasadas, me deja sin coherencia. En algún momento publiqué esta foto y decía que no entendía bien cómo siendo tan del Caribe, me sintiera atraída por los inviernos en otras ciudades.

Lo recuerdo ahora viendo algunas fotos de Chicago. Que se me olviden algunas palabras, me refiero. Sé que estaba en el Millenium Park, a punto de terminar un recorrido gratuito de dos horas por la ciudad. Nos habíamos conseguido con el guía en el teatro principal y de allí, salimos un grupo de doce personas -creo- a perdernos por algunas calles. Hacían unos dos grados posiblemente, quizá un poco más, pero así se sentía y todos íbamos bajo la mejor chaqueta que tuviésemos a mano. Me hubiera gustado usar guantes, pero era un lío mover las funciones de la cámara cada vez que quisiese hacer una foto, así que podía aguantar. Estaba previsto que al final del paseo, cada quien le daría al guía un aporte, el que se quisiera.

Pero me estoy desviando. Estaba en el Millenium Park, a punto de terminar el recorrido cuando ¡oh, sorpresa! mi teléfono se conectó solo a la red wifi del parque y lo supe porque comencé a recibir una serie de notificaciones de mis amigos, de mi mamá, de no sé quién más, avisándome de una medida gubernamental que se estaba tomando en mi país en ese momento y que, para resumir mucho el cuento, me dejaría con muy poco dinero para el mes y medio de viaje que tenía por delante. Lo leí todo muy rápidamente, mientras que escuchaba a lo lejos, como si estuviera en otro país, al guía diciendo cosas totalmente incomprensibles para mí. In the middle of the park, wachiwachi wachiwachi wachiwachi because wachi wachi in 1898. ¿Ah? Y lo peor es que me miraba fijamente, mientras yo pensaba en que tenía que cruzar la calle, conseguir un cajero automático y retirar 200$ antes de que me bloquearan la tarjeta. So, what do you think, honey? ¿Honey soy yo? Ehhh, beautiful, beautiful, yes, yes.

El frío y la urgencia me borraron las palabras. De repente, solo me sabía tres: cajero, retirar, ya. Y en español, porque el inglés se me había ido con el viento de la ciudad. Mientras el guía me seguía mirando y me contaba parte de una historia que nunca llegué a entender, mi mente funcionaba a otra velocidad, me dio escalofríos, más frío y de repente, ahí estaba J -el guía- extendiendo la mano y yo Oh, Thank you! Y él con cara de "algo falta y está en tu bolsillo" y yo, what? yes! beautiful, thank you, thank you, really thank you! Hasta que lo entendí: el recorrido había terminado y todos estaban dando su contribución a J, que esperaba por mí: Of course, you're right, beautiful this...you know.. city, really, you know. El frío se alojó en esa parte de mi cerebro donde se almacena el inglés y lo congeló. Entonces, le sonreí a J, le extendí un billete, nos reímos no sé de qué y le pregunté -no sé cómo- sobre cómo llegar a tampoco ya recuerdo dónde, pero lo cierto es que crucé la calle y me fui porque el ATM, porque el cash, porque hurry.

mi locura. Yo no entiendo tu frío ni tus palabras rápidas que me cuentan monumentos. Qué pena con J, ahora que lo pienso. No supo que disfruté y entendí mucho sus cuentos hasta que miré el teléfono y dejé que el frío me ganara. Quizá, la próxima vez que se me antoje recorrer algún lugar en pleno invierno, me tocará tomar algunas Chicago, you don't understand clases de inglés o asegurarme de que el guía también entienda el español. Eso sí, solo espero que no me lleguen noticias que me pongan a correr como gente loca por una ciudad que no es la mía.

PARÉNTESIS. La empresa que hace paseos gratuitos por varias ciudades del mundo, se llama Free Tours by Foot. Gente con mucho entusiasmo de contar cosas sobre los lugares donde viven. Solo tienen que dar un aporte -el que puedan- al final de cada recorrido.