Chicas salvajes que escriben y leen y se quieren y cambian el mundo y no piensan (casi nada) en el amor y los pintalabios

Publicado el 13 agosto 2010 por Hesterprynne
La lectura es una herramienta imprescindible para llevar una buena vida (Mortimer J. Adler)
He gozado de dos lecturas consecutivas de esas en las que no eres capaz de soltar el libro y la vida se convierte en una interrupción. Si estáis pensando en alguna novelita para las vacaciones, aquí tenéis dos que no creo que os fallen. Ambas, aunque muy distintas, tienen que ver, sobre todo, con la amistad y con la escritura.
Criadas y señoras (The Help), es la primera novela de Kathryn Stockett, una estadounidense sureña que ha protagonizado uno de los best-sellers más sonados de este año en el país de las hamburguesas. Supongo que no tardará en llegar la película.
La historia, ambientada en Jackson, Misisipi, a principios de los años sesenta, está narrada por tres voces, las de dos criadas negras llamadas Minnie y Aibileen y la de una universitaria blanca recién licenciada a la que todo el mundo llama Skeeter (mosquito), por no ser muy agraciada físicamente.
Como todos los estados del sur de EEUU, Misisipi era un lugar muy racista regido por las leyes segregacionistas conocidas como leyes de Jim Crow, resumidas en la frase separados pero iguales. Durante la década de los sesenta, la ciudad de Jackson fue testigo de muchas revueltas por los derechos civiles.
En ese contexto, las familias bien blancas viven intentando ignorar las reivindicaciones de los negros y explotando a sus criadas de color a cambio de unos cuantos dólares. Minnie siente mucha rabia por cómo les tratan y siempre está de mal humor, mientras que Aibileen, que siempre ha tenido un temperamento más afable, siente que desde que su hijo murió a causa de una paliza que le proporcionaron unos hombres blancos por utilizar un lavabo prohibido para los negros, se está envenenando por dentro.
En las vidas de estas dos mujeres entra la tímida Skeeter, que regresa de la universidad soñando con convertirse en escritora y decide conseguir testimonios de criadas negras para componer un libro con sus puntos de vista. Skeeter había tenido una criada que había sido para ella una madre, y deseaba honrar su memoria de esa forma.
Este proyecto demostrará a Skeeter que quienes creía sus amigas son en realidad un puñado de ricachonas crueles y racistas y que escribir un libro que quiere desmontar todo un sistema de clases puede salirle muy caro. Para Minnie y Aibileen, quienes ayudarán a Skeeter (Aibileen, de hecho, lo coescribe con ella), es aún más peligroso pero al mismo tiempo exorcizarán toda su rabia y contribuirán a dar una mayor visibilidad a los problemas de su gente.
Lo que más me ha gustado de la novela es que muestra dos caras de una misma historia: por una parte el racismo más repugnante y unas criadas que son más esclavas que empleadas domésticas (o “ayuda”, de ahí el título inglés), y por otro, los lazos de cariño tan fuertes que podían llegar a formarse entre ellas y las personas a las que servían, como el amor que siente Aibileen por la niña que cuida o el de Skeeter por la mujer que prácticamente le crió. La misma autora cuenta en un epílogo que en su casa trabajó una chica que fue casi como su madre y que durante su infancia nunca se planteó las injusticias que podría estar sufriendo esa mujer a la que luego dedica la novela.
Criadas y señoras me ha recordado en cierto modo a Tomates verdes fritos y bastante a La vida secreta de las abejas (la portada americana es, de hecho, una imitación de la de esta novela que también fue un exitazo en 2002, juzgad vosotras mismas haciendo clic aquí y aquí), así que si os gustó alguno de estos dos libros, seguro que la disfrutaréis.
Y ahora el descubrimiento estrella, Chicas salvajes (The Wild Girls), que en España ha sacado Marenostrum cometiendo un par de errores lamentables en la portada. Primero, el nombre de la autora, que repiten varias veces escribiendo Path Murphy cuando es Pat Murphy, y segundo, que ponen una cita de la escritora y poeta Jane Yolen recomendando el libro y escriben Joan Yolen. ¡Ay, madre! En fin, a pesar de esto, la traducción de Rosa Gutiérrez está muy bien, gracias a las diosas.
Y digo que es mi descubrimiento estrella porque es una joya. Supongo que entraría en la categoría de literatura juvenil, porque es la historia de una adolescente cuyos padres están a punto de divorciarse, pero ya he comentado alguna vez que no creo mucho en esas etiquetas cuando la novela es, sencillamente, buena. Chicas salvajes es más que eso. Un canto a la amistad, a la escritura, a la naturaleza, a romper con lo que se espera de una para ser libres, a seguir tus deseos, un homenaje a las niñas que creo que voy a regalar a todas las niñas que conozco.
No digo más porque no quiero revelar nada, sus casi 300 páginas os sorprenderán y os harán sonreír una y otra vez.
La autora, es una estadounidense más conocida por sus novelas de ciencia ficción y fantasía, habiendo ganado incluso el premio Nebula, uno de los más importantes que se otorgan en este género.
Solo añadir que leer una novela de chicas que no tenga que ver con romances paranormales, popularidad o tíos buenos, sino que esté centrada en la amistad y la pasión por la escritura y por la naturaleza, ha sido el soplo de aire fresco más reconfortante de este caluroso verano.
Dos niñas, de William-Adolphe Bouguereau