O el escultor Mauricio Savini que los utiliza en grandes cantidades para hacer escultural que, por cierto, solo les falta andar. Ummmm, lo bueno es que si no le gusta siempre se las puede comer.
Hoy es incluso un atractivo turístico. ¡Y si no que se lo digan a la ciudad de Seattle! Que desde 1999 tiene una calle llena de chicles (…cualquiera se arrima a la pared...)
En Córdoba también tuvimos nuestro momento de gloria pero, después de un par de años, desapareció. La verdad es que era pintoresco (mensaje reivindicativo incluido) porque nadie los quitaba (incluso iban aumentando) y estaba muy cerca de la Judería.