Chile. Sexo a domicilio. Con las tres B.

Por Arturolodetti @latitudgay

Sexo a domicilio. Con las tres B.

por

José Luis Díaz

Psicólogo Clínico  – Comunitario Director Red de Psicólogos ONG Ceres

La tecnología ha avanzado a pasos agigantados. Hoy prácticamente se puede sobrevivir en casa sin la necesidad de salir de ella. Internet y sus aplicaciones hacen que todo quede a la vuelta de la esquina: barbería a domicilio, todo tipo de muebles, ropas, y un infinito de cosas se puede adquirir a través de distintas plataformas que nos brinda la pantalla de un celular o un avanzado pc.

La tecnología no ha permitido que nada se escape de ella y lo que antes implicaba grandes gastos, caminatas alrededor de la plaza o una invitación al cine, hoy se puede conseguir a través de las aplicaciones. Lo anterior hace incluso alusión al amor, pero al amor actual, amor del siglo XXI, donde no importa el tiempo, sino la significación que ahi se da, como diría El Principito: “es el tiempo que pasas con tu rosa lo que la hizo especial”. Lo importante es que hoy en tus manos está el placer, y no me refiero al auto-placer de la masturbación, sino a ese pequeño aparato celular con el cual puedes solicitar tu amor a domicilio.

El cuerpo tiene muchos deseos, algunos bien detallados en los pecados capitales. Sin embargo, yo me quiero concentrar en el deseo sexual o amor sexual, pues éste, más allá de mis implicancias, me es altamente llamativo. Dejaría el mejor plato de comida a cambio de un buen sexo, así como también me perdería una tarde de intriga y conspiración por un buen encuentro sexual. Y cuando hablo de un buen encuentro sexual, no me refiero a los centímetros de la contraparte, sino al encuentro sexual en plenitud, a ese que se inicia con una mirada.

Hoy, como dicen por ahí, ya no se canta como se cantaba ayer. Hoy las conquistas sexuales han cambiado, la forma de comunicarnos sexualmente ha cambiado. Ya los espacios públicos clandestinos que brillaban en los 80 o principios de los 90 no lucen como antes; sus rutas han cambiado, e incluso algunas huellas han desaparecido. Caminatas incansables, círculos y figuras dibujaban los jeroglíficos maricas del Santiago noctámbulo.

Hoy en día con las aplicaciones, el sexo se pide a la carta y como cada cual lo desee o quiera. Es algo parecido a la preparación del plato preferido en una vitrina, en la más limpia vitrina de la Fuente Alemana, donde se ve la carne y el contenido. Ahora, si no quiere sexo, también están los que buscan arriendo, los que se buscan a si mismo, los que venden drogas, los que buscan el poliamor, los que arriendan cuartos a extranjeros – para luego abusar de ellos- y también están los que tiran “a fierro”, y donde las ofertas de tríos y orgias sobran, es más, en un gesto de psicosis uno puede llegar a sentirse deseado.

En medio de este ofertón, los grupos que más me han llamado la atención son los que te invitan a tirar a “pelo” (sin preservativo), los mismos que te dicen: “atrévete”. Un “atrévete” que viene del consciente, del saber que la acción puede ser arriesgada. VIH y otras infecciones y enfermedades pueden estar ahí, en ese ser que te atrae con su mejor foto para hacerte caer en la tentación de un encuentro, un encuentro que puede perdurar en ti para siempre.

Llama fuertemente la atención que en las aplicaciones de citas o de encuentros sexuales, el VIH no es un tema a prevenir, sino más bien, un estimulante más. Esto se puede explicar desde muchas aristas, pero deja en evidencia que junto a la entrega de información en un contexto de prevención, debe existir también la concientización sobre el VIH y sus estragos, a fin de poder controlarlo o prevenirlo.

Las aplicaciones, no puedo dejar de detenerme en aquellas que invitan al “morbo”, traducido –en la mayoría de las veces- en el sometimiento completo de una persona a la otra. Este sometimiento también implica tener sexo sin preservativo, si es que la persona así lo quiere.

Hoy la hermosa mesera del Prosit que brillaba en los 90 ya no existe, el recuerdo de esa mujer casamentera se pierde en el aire.

Lo que fácil llega, fácil se va…

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