China-América Latina: relaciones asimétricas

Publicado el 26 octubre 2010 por Gollino
El presente articulo fue publicado en el semanario mexicano Proceso, el día 26 de octubre de 2010.
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Actualmente, la relación entre China y América Latina se presenta de forma asimétrica, marcada por las necesidades chinas y reforzada por la estructura limitada de las exportaciones de los países latinoamericanos, destaca el reporte Las relaciones económicas y geopolíticas entre China y América Latina, promovido por la Red Latinoamericana de Investigaciones sobre Compañías Multinacionales (RedLat).

El estudio, publicado en septiembre en los ocho países objeto de análisis, Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México, Perú y Uruguay, advierte que “se estructura una relación económica desigual que puede llevar a un estrechamiento del margen de maniobra del continente”.

El documento subraya que la ventaja china en la relación con América Latina impone la rediscusión de la agenda de desarrollo en esta última región, ya que “la diplomacia china ha aprovechado de la erosión del principio de acción colectiva en América Latina, en un contexto en el que la retórica integracionista avanza más rápidamente que la preocupación de trazar un horizonte estratégico común”.

Elaborado por distintos investigadores procedentes del mundo sindical y académico latinoamericano, el estudio afirma que en 2008 sólo 4% de las exportaciones chinas se dirigían a América Latina, contra 50% dirigido a Estados Unidos, Unión Europea (UE) y Japón en conjunto, y otro 30% reservado al mercado asiático. Sin embargo, se subraya, China importaría hasta una cuarta parte de los productos agrícolas que consuma desde la región y 13% de productos minerales.

El estudio advierte que “si se considera conjuntamente el perfil de exportaciones de los países latinoamericanos concentrado en commodities (bienes o servicios sujetos a precios internacionales, como las materias primas) se comprende la expansión formidable de las exportaciones de esta región a la potencia asiática”.

Y como prueba, el documento ilustra que entre 1990 y 2008 la corriente de comercio entre las dos regiones se incrementó en 64 veces y las exportaciones de América Latina a China aumentaron 36 veces.

En este contexto, RedLat señala que las exportaciones latinoamericanas hacia China tuvieron “un crecimiento explosivo entre 2000 y 2005 de 45% anual, mismo que se atenuó hacia 18% entre 2005 y 2008”.

Sin embargo, con tasas tan elevadas de exportación de dichos bienes, el estudio advierte la posibilidad de que “la bonanza traída por China para algunos países de la región puede transformarse en un factor de vulnerabilidad, al menos si las políticas económicas y de desarrollo no se adecuan al nuevo contexto”.

El estudio observa las diferencias entre los distintos países de América Latina en su relación económica con China. Se señala, por ejemplo, que la llamada “lotería de commodities” aventaja a los países que ofrecen los productos que China necesita. Al mismo tiempo, hay ventajas y desventajas, dependiendo tanto del grado de interdependencia con la economía de Estados Unidos como del grado de diversificación de la producción industrial interna.

En el caso de México, la situación resulta ser única. El estudio dice que el país “no posee una oferta exportadora de commodities que interese a China”, y además “tiene toda su estructura productiva volcada a Estados Unidos, pero en productos que China ofrece de forma más competitiva”. A pesar de lo anterior, México no se vería tan perjudicado gracias a que “su diversificación industrial está menos pronunciada”.

En particular, el estudio indica que si bien los efectos macroeconómicos de la relación comercial de China con América Latina pueden ser positivos en función del grado de complementariedad con las exportaciones chinas hacia países como Estados Unidos, existe “un efecto muy negativo” para países como México, debido al “desplazamiento de productores internos” que no pueden competir con la creciente importación de productos chinos, especialmente electrónicos y textiles.

Por otro lado, el estudio de RedLat registra un efecto positivo en la relación comercial de México con China, es decir, “mayores inversiones en las ramas textil/vestuario” realizadas para poder acceder al mercado de Estados Unidos.

Los autores de la investigación concluyen que frente a la irrupción de China en México, “la estrategia maquiladora pasa a ser cuestionada, y los nuevos espacios abiertos en el mercado chino no poseen la dimensión necesaria para impulsar a los sectores desplazados por la competencia de este país, ya sea en su mercado, ya sea en el mercado de Estados Unidos”.

De esta forma, sostienen, “China debilita el impacto positivo del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, potenciando los efectos negativos, sin poner nada en su lugar”.

Perspectivas geopolíticas

La creciente importancia global del país asiático en el mundo, explican los autores de la investigación, no se debe sólo a factores económicos, sino también a su eficaz diplomacia que presenta a China como “potencia amigable”.

Según los investigadores de RedLat, “conviene recordar que China es vista, por la elite política que comanda el país, como una inmensa y rica civilización que, después de un siglo de humillación y derrotas, trata de construir un orden multipolar, superando la hegemonía unilateral predominante en el mundo post-guerra fría”.

La diplomacia china es descrita como flexible y adaptable a los distintos contextos. Por esta razón, el estudio señala que la diplomacia china en América Latina asumiría presupuestos precisos: “Énfasis en la complementariedad de intereses políticos entre las dos regiones que componen el mundo en desarrollo; la importancia de América Latina como reserva de materias primas y recursos naturales; búsqueda de capital político, ya que 12 de los 23 países que reconocen diplomáticamente a Taiwán se encuentran en la región; y la inexistencia de conflictos de intereses entre las dos áreas”.

Pese a las supuestas “ganancias comunes”, el estudio indica que “existirían niveles de dependencia profundamente asimétricos entre los países de América Latina y China”.

Se suma a lo anterior el hecho de que China “posee una política externa para la región; los países latinoamericanos, en cambio, no han logrado aún asimilar el factor China como elemento de sus políticas externas y de su agenda de desarrollo”.

Muestra de ello serían las negociaciones estrictamente bilaterales efectuadas por cada país de Latina América con China.

RedLat enfatiza que las relaciones entre la potencia asiática y la región latinoamericana se muestran en gran medida conducidas por la esfera económica, debido al “pragmatismo de la diplomacia china” que aprendió a privilegiar las relaciones bilaterales y ocupar “discretamente” los espacios multilaterales.

En este aspecto, el estudio recuerda que China tiene un papel de observador en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en la Organización de los Estados Americanos (OEA), en la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y en Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi).

El énfasis en la relación económica se explicaría también por el hecho que China consideraría a América Latina como “área de influencia estadunidense”.

El documento subraya que desde el punto de vista de Estados Unidos, las relaciones entre China y América Latina han “sido vistas con preocupación, pese a la cautela demostrada por la diplomacia china en sus incursiones en la región”.

Aún así, continúa, “el avance chino en la región sólo se explica en virtud del aislamiento estadunidense, a causa del foco de la política externa en el terrorismo y en la perspectiva unilateralista emprendida durante los años de la administración de George W. Bush”.

“Mitos” chinos

La última parte del documento publicado por RedLat está dedicado a “discutir las enseñanzas de la experiencia china para América Latina y romper algunos mitos sobre su modelo de desarrollo”.

En este sentido, el reporte indica que la experiencia china refleja la elaboración de una estrategia propia de desarrollo, “sin copiar modelos exógenos”. Características de este modelo serían la presencia del Estado y la planificación de largo plazo. Por lo anterior, aún rechazando la posibilidad de “copiar al modelo chino”, los investigadores sugieren que “el ascenso chino sirve como alerta para que América Latina busque su espacio en la economía y la geopolítica global”, ya que la “complementariedad actual entre las dos regiones es el resultado de la transformación productiva” del país asiático y las ventajas que de ésta se derivan “no pueden ser consideradas eternas”.

Más adelante, el estudio afirma que la concepción según la cual la competitividad china se debe al bajo costo de la mano de obra es “un análisis sesgado”. La ventaja competitiva de China “está relacionada a un conjunto de factores: escala de producción, mercado interno potencial, tasa de inversión creciente, planificación del Estado y crédito barato, además de incentivos fiscales y tipo de cambio artificialmente devaluado”.

Advierten que, si bien es cierto que los niveles salariales en China “señalan un límite para las aspiraciones salariales de los trabajadores en otras partes del mundo, conviene enfatizar que la amenaza china no se debe circunscribir a la mano de obra barata”.

En ese sentido, el estudio señala que el primer aspecto de dicha “amenaza” reside en la “ineficacia de las actuales políticas nacionales de desarrollo y de integración regional de los latinoamericanos”.

Por lo anterior, finaliza el análisis de RedLat, “el discurso de que el ascenso chino trae como única respuesta una caída de los derechos sociales y laborales le quita responsabilidad a los Estados nacionales”, además de proveer “un chivo expiatorio para los segmentos del empresariado nacional e internacional que sólo buscan aumentar su rentabilidad a corto plazo”.