China (III)

Publicado el 31 mayo 2013 por Romanas

 Para Lisistrata: A veces, me hundo en el más profundo de los pozos de la desesperanza. No es para menos. A lo peor soy el más idiota de los optimistas del mundo porque, sabiendo de la ambigüedad del lenguaje, a veces, actúo como si realmente fuera posible la comunicación entre personas con una casi total identidad de pensamiento, emociones y convicciones. Creo que nunca, otra vez, me he encontrado con otra persona cuya identificación con todo lo que pienso y siento sea mayor. No sólo es ya el pensamiento socialista, izquierdista, ahora acabo de comprender que no el marxista, nos hacían comulgar con las mismas preocupaciones y convicciones, sino que, además, sentíamos la misma atracción por alguno de esos poetas absolutamente decisivos como es el caso de Rilke. Claro que no es la 1ª vez y mucho me temo que no sea la última que me topo con el insalvable problema de la incomunicación.  Con el 2º de mis posts recientes sobre China, he escrito ya cerca de una docena, sobre el tema,  en varias ocasiones, si seré gilipollas, creía que, al fin, había conseguido plasmar la parte esencial de mis impresiones al respecto.  Si no existieran los Usa, es probable que China fuera el objeto del peor de mis odios. Lo que ahora está sucediendo allí, creo, porque respecto a lo que sucede en ese país, yo, sólo puedo creer, no saber, que es el trasunto actual de lo que Arthur Koestler nos contó en El cero y el infinito, y una de las causas que le impulsaron a abandonar este asqueroso mundo voluntariamente.  Pero yo no soy tan exigente ni tan drástico, tal vez porque mi formación no fue científica como la suya sino literaria. He dicho ya muchas veces por aquí que no creo en los científicos, ni en los sacerdotes, ni en los médicos, ni en los jueces, ni en los militares, ni en los que conforman las ongs. He aprendido en los poetas que el hombre no es más que una puñetera mierda que, a veces, vive momentos sublimes.  O sea que soy un puñetero escéptico relativista que sin embargo quiere ser rabiosamente constructivo porque siente una enorme compasión por todo el sufrimiento humano.  No hay más que dolor, ése es el trágico final de todos nosotros, yo comencé a sentir la compasión que me produce el auténtico e insoportable dolor humano desde que me hirió para siempre Terencio con su “homo sum et nihil humanum me alienum puto”, soy hombre y considero que nada humano me es ajeno.  Entonces ¿cómo un tipo como yo, que ha sufrido desde niño todas las calamidades que el hambre y la miseria económica producen a los más indefensos de los hombres, puede permanecer impasible a lo que sufren ni más ni menos que 1.400 millones de personas?  Frente al destino de la 7ª parte de la Humanidad no puede uno mantenerse imparcial, neutral, equidistante, sino que como exigía Sartre, hay que tomar partido.   Y ¿cuál ha de ser esa toma de partido? ¿Condenar el régimen comunista que lo gobierna?  Nos estamos quejando aquí, ahora, con amargura insuperable de la desigualdad inhumana que el más feroz de sus partidarios está infligiendo a todos los españoles.  Y yo no tengo más remedio que acordarme de Cuba, ese país tan denostado por esa prensa mundial que cumple a rajatabla con los principios de Goebbels y Dulles.   Y es que yo estoy poseído, si se me permite la expresión, por el espíritu de la justicia que, como nos enseñó Ulpiano es vivir honestamente, no dañar a otro, y dar a cada uno lo suyo.  Y lo suyo, lo nuestro, lo de cada uno de nosotros no es sino una parte alícuota igual de la Tierra porque todos somos hijos de los mismos hombres, de los mismos padres, de modo que la desigualdad no es sino el monstruoso resultado del azar.  Ante estas premisas, ¿cómo se puede ser capitalista y liberal, cómo se puede dejar al arbitrio de los más fuertes la distribución de toda la riqueza de las naciones?  Cuba fue, es y será la realización de la utopía. Quizá nunca más vuelva a producirse sobre la Tierra un paraíso semejante, un país en el que, al menos en las leyes, todo puto hijo de vecino sea igual a cualquier otro, coño.  Pero Cuba es un pequeñísimo país, China es un continente. No se puede manejar de la misma manera un microcosmos que el más grande de los macrocosmos. Se necesita una inmensa cantidad de riqueza para subvenir a las necesidades de 1.400 millones de personas y la política es el arte de lo posible.  No sé realmente lo que está ocurriendo allí pero tengo noticias involuntarias a través de los medios que tratan de hundir la que es, entre otras pocas economías no sólo emergentes sino también disidentes, la 2ª o 3ª economía mundial, de lo que está sucediendo realmente allí.  Algo grande y distinto tiene que ser para que todo el imperio liberal neocons capitalista haya abierto contra ella el fuego graneado de todas sus baterías.  El que no está conmigo, está contra mí, el enemigo de mi enemigo es también mi amigo.  No sé. Son ya las 22 horas y estoy terriblemente cansado de luchar contra el delirio que le produce a mi mujer su enfermedad, y mi propio cansancio.  Me parece inútil por mi parte intentar  que me entiendan unas personas que nunca conoceré y que no sólo no leerán lo que escribo porque el tema no les interese lo más mínimo sino que, si lo hacen, estarán en desacuerdo esencial conmigo, porque no somos sino lo que leemos u oímos, y el mundo, a nuestro alrededor no es más que ruido y furia, que no podemos comprender porque los que nos lo cuentan hacen todo lo posible para confundirnos.  Así que lo dejo, por hoy. Buenas noches, ojalá durmamos un poco, para descansar y reponer fuerzas.