China, ¿villano climático o motor de la sostenibilidad ambiental?

Por Ecointeligencia @ecointeligencia

Durante años, hablar de China en clave de sostenibilidad ambiental evocaba a chimeneas, carbón y ciudades envueltas en neblina, y, aunque esa imagen sigue teniendo vigencia, hoy resulta incompleta.

China es, a la vez, el mayor emisor global y el primer mercado de energías limpias y tecnologías verdes.

En 2024 y 2025 ha batido récords en energías renovables (solar y eólica) y en almacenamiento y redes inteligentes, empezando parcialmente a desacoplar crecimiento eléctrico y emisiones.

A la par, consolida una ventaja industrial y geopolítica en cadenas de valor de transición ecológica (baterías, paneles, vehículos eléctricos, metales energéticos).

Este artículo busca repasar políticas y compromisos, avances tecnológicos y casos concretos, y también los retos estructurales que persisten, con la pregunta de fondo de si sigue siendo China el villano climático mundial, que merece una respuesta con algunos matices.

1. Compromisos y marco político

China situó su hoja de ruta climática en el centro de su estrategia de desarrollo con 2 metas: pico de emisiones antes de 2030 y neutralidad de carbono en 2060.

Estos objetivos están recogidos en sus Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC) ante la ONU y han sido desarrollados por la administración con planes sectoriales y metas intermedias (intensidad energética y de carbono hasta 2025, electrificación del transporte, economía circular …).

Una herramienta clave es el mercado nacional de emisiones (ETS), operativo desde 2021, que empezó por el sector eléctrico y se está ampliando a la industria pesada del acero, cemento y aluminio.

Aunque su precio del carbono todavía es moderado y quedan ajustes por hacer, la expansión de cobertura y el perfeccionamiento del diseño indican un giro estructural hacia señales de precio que favorecen la descarbonización industrial.

En paralelo, los Planes Quinquenales marcan prioridades y recursos. El 14º Plan (2021-2025) acelera la integración de renovables, la eficiencia y la economía circular, con metas cuantitativas para 2025.

2. Acelerón renovable y objetivos cumplidos con antelación

El dato que mejor simboliza el giro: China cumplió en 2024 su objetivo de 1.200 GW de solar y eólica fijado para 2030, seis años antes de lo previsto.

La Agencia Internacional de la Energía (IEA) proyecta, además, que China será responsable de alrededor del 60% de la expansión renovable mundial hasta 2030 y que, a final de la década, concentrará la mitad de la potencia renovable acumulada del Planeta.

La escala del despliegue es colosal: solamente en 2024, las nuevas instalaciones de solar y eólica marcaron récords históricos, llevando la capacidad de energía renovable (solar, eólica y biomasa) a superar por primera vez a la del carbón.

Este impulso se ha acompañado de un salto en almacenamiento energético (baterías y bombeo) y de inversiones récord en redes para evacuar y gestionar la generación variable.

Más allá de los grandes números, esta expansión tiene 3 implicaciones:

  1. Efecto costes global: la fabricación a escala ha abaratado paneles, baterías y componentes, acelerando la transición en terceros países.
  2. Cambio del mix: más renovables y almacenamiento empujan el factor de carga del carbón a la baja en periodos de alta generación limpia.
  3. Tensión de red: para integrar gigavatios intermitentes hacen falta redes más robustas, digitales y malladas.

3. ¿Punto de inflexión en emisiones?

La gran incógnita era si el boom renovable y nuclear podía contener (o reducir) las emisiones pese al aumento de demanda eléctrica.

Datos recientes sugieren un cambio de tendencia, ya que en 2024-2025 las emisiones energéticas de China se estabilizaron y empezaron a descender, mientras la generación seguía creciendo, gracias al aporte de nueva solar, eólica y nuclear que desplazó carbón.

Análisis independientes y de la IEA muestran caídas en la intensidad de carbono de la electricidad y descensos interanuales de emisiones en los últimos trimestres.

Conviene ser prudentes ya que parte de la caída obedece también a la desaceleración de construcción y manufactura intensivas en energía. Si esos sectores repuntan sin mejoras de eficiencia y de red, las emisiones podrían rebotar

Por eso, el reto de China es consolidar la tendencia con más almacenamiento, gestión de la demanda, precios horarios y reforma del mercado eléctrico.

4. Industria y geopolítica: la ventaja de China

China domina varias cadenas de valor de la transición energética: paneles solares, baterías, vehículos eléctricos y procesamiento de metales energéticos, como son el litio, el cobalto, el níquel o el grafito.

Esta posición le otorga influencia geoeconómica y beneficios industriales. Según la IEA, las exportaciones chinas de tecnologías limpias podrían superar los 340.000 millones de dólares en 2035 con la política vigente, cifra comparable a los ingresos petroleros anuales combinados de Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos en 2024.

Esta ventaja abre oportunidades y tensiones:

  • Oportunidades: economías de escala, innovación y curvas de aprendizaje que abaratan la transición global.
  • Tensiones: debates sobre dependencia estratégica, sobrecapacidad, aranceles y fragmentación del comercio verde.

Para inversores y empresas, las áreas con mayor tracción incluyen modernización de redes, tecnologías de flexibilidad y almacenamiento, y aseguramiento sostenible de cadenas de metales (reciclaje, trazabilidad, eficiencia material).

5. Casos concretos: del sol del Gobi al bus eléctrico

5.1 Solar del desierto y clústeres eólicos

El norte y el oeste de China concentran megaparques solares y eólicos conectados por líneas de ultra alto voltaje (UHV) hacia los centros de demanda del este.

Estas inversiones reducen curtailment y permiten una evacuación masiva de renovables.

5.2 Movilidad eléctrica urbana

Shenzhen fue la primera gran ciudad del mundo en electrificar al 100% su flota de autobuses (más de 16.000), un hito que ilustra la capacidad de China para escalar políticas públicas y cadena industrial en tiempo récord.

El resultado es menos ruido, menos emisiones locales y un laboratorio vivo para la infraestructura de carga.

5.3 Economía circular y reciclaje industrial

La estrategia nacional de economía circular apuesta por diseño sostenible, remanufactura y reciclaje de metales (con objetivos ya para 2025), y empieza a ser crítica para baterías y chatarra de acero, reduciendo dependencia de importaciones y la huella de materiales.

5.4 Almacenamiento masivo

En 2024 se desplegaron decenas de gigavatios-hora de baterías a escala de red, y China va camino de superar las metas de hidrobombeo para 2030.

Esto no solamente suaviza la variabilidad renovable, sino que también abarata la integración al desplazar generación fósil en picos.

6. El difícil equilibrio: crecimiento, industria y protección ambiental

China intenta mantener un crecimiento económico estable mientras reestructura su modelo hacia nuevas fuerzas productivas (manufactura avanzada y verde, servicios tecnológicos).

Esta transición requiere energía abundante y barata, a la vez que se reduce la intensidad de carbono. He aquí 3 tensiones clave:

  1. El carbón como base de seguridad energética. Pese al auge renovable, se sigue construyendo y aprobando carbón como respaldo ante picos de demanda, sequías hidroeléctricas o cuellos de botella de red. A medio plazo, la utilización media de esas plantas debería caer si la red y el almacenamiento avanzan al ritmo necesario.
  2. Integración de renovables y red eléctrica. El cuello de botella priorizado en 2025 es la red: inversión en transmisión y distribución, digitalización, señales horarias y mercados de capacidad/flexibilidad. Las inversiones récord dela empresa estatal State Grid indican que el sistema se está adaptando, pero la escala china exige un esfuerzo sostenido y regulaciones que aceleren la conexión de proyectos.
  3. Calidad del aire y salud pública. Una década de políticas duras mejoró de forma notable la contaminación por PM2.5 (sobre todo 2013-2019), pero los niveles siguen por encima de lo recomendado por la OMS y hubo repuntes en 2023 por condiciones meteorológicas y reactivación industrial. La nueva meta oficial es eliminar la contaminación severa en 2025, reforzando estándares, electrificación del transporte y trasvase de carga a ferrocarril y agua.

7. Gobernanza, oportunidades e incertidumbres: cómo consolidar la transición verde en China

China ha mejorado su capacidad institucional ambiental, pero persisten asimetrías entre provincias, incentivos de corto plazo ligados al PIB y una brecha entre anuncios y aplicación.

Cerrar esa brecha va a exigir por parte de China una estabilidad regulatoria y refuerzo del cumplimiento en el nivel provincial; unas señales de precio del carbono y de la electricidad que premien flexibilidad, eficiencia y gestión de la demanda; y datos abiertos y verificables a nivel de planta para ganar confianza internacional y reducir riesgos de greenwashing o lavado verde.

En paralelo, el avance de la transición crea oportunidades de inversión verde con tracción hasta 2030, en cuestiones como redes, flexibilidad y almacenamiento; tecnologías limpias intensivas en tecnología; materiales y circularidad, en cuestiones como reciclaje de baterías; cadenas de metales energéticos; y movilidad eléctrica e infraestructura de recarga inteligente.

No obstante, persisten desafíos estructurales que condicionan el ritmo y la credibilidad del cambio: (1) la dependencia del carbón, marcada por la inercia de activos y nuevas aprobaciones; la respuesta pasa por reducir horas de funcionamiento, acelerar almacenamiento y mercados que remuneren flexibilidad y reservas, y retirar capacidad ineficiente a medida que maduren los sustitutos. (2) Riesgos de sobrecapacidad en solar, baterías y vehículos eléctricos, con márgenes comprimidos y competencia intensa que presionan la rentabilidad y pueden generar tensiones comerciales. (3) Calidad del aire urbana: pese a una mejora de fondo, los repuntes recuerdan la necesidad de atacar fuentes difusas (calefacción, tráfico, industria ligera), reforzar estándares y controlar el ozono estival. (4) Credibilidad internacional, que depende de datos verificables y de la coherencia entre el discurso climático y el ritmo real de permisos de carbón.

El balance es claro: fortalecer la gobernanza y alinear incentivos de mercado será tan determinante como seguir añadiendo gigavatios renovables para que China consolide su papel como acelerador (y no simple espectador) de la transición sostenible global.

8. Conclusión: de villano a actor imprescindible de la transición

China no es un héroe impecable ni un villano colosal, sino un actor imprescindible sin el cual la descarbonización global no se conseguirá a tiempo.

Sus logros en renovables, almacenamiento y tecnología limpia son objetivamente decisivos para el clima mundial.

A la vez, persisten sombras: carbón como seguro de corto plazo, repuntes de PM2.5, asimetrías territoriales y retos de gobernanza.

Para transformar el actual sprint en una maratón sostenible, China debe acelerar la reforma del mercado eléctrico, modernizar aún más la red y el almacenamiento, endurecer el sistema de comercio de emisiones y reforzar la transparencia de datos.

¿Sigue siendo China el villano del cambio climático? No en el sentido simplista del término. , si mide su liderazgo sólo por gigavatios instalados mientras prolonga la vida del carbón.

¡Y también seguirá siendo un villano mientras siga olvidándose de la vertiente social de la sostenibilidad!

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