Una dura trama detectivesca con conspiración en la línea de Chandler o Hammett. La película de Nicholson, el detective Jake Gittes, más apuesto, divertido, próspero y alineado que los Marlowe o Spade, pero si cogiendo prestado ese atractivo fatalista y cínico que caracterizaba a los clásicos personajes de Bogart. Junto a Faye Dunaway, la mujer misteriosa, una vampiresa del cine al estilo de las décadas de 1930 y 1940. El excelente filme de Polanski no evoca a esas décadas, no se convierte en un mero homenaje como sucede en muchas producciones, ni excede en la nostalgia, es justamente la antítesis a eso.
CHINATOWN emana fascinación gracias a su realización y todo lo que la componía. Consigue transportar el blanco y negro del cine negro clásico a una fotografía en color con aspecto realista, el aspecto convincente de la ciudad y sus plásticos paisajes urbanos. Town, al escribir el guión (ganador del Óscar), se inspiró en casos históricos de comienzos del siglo XX. Las bases de la futura riqueza de la metrópoli del cine, los especuladores, la corrupción y la violencia. La mórbida base sobre la que se construyó L.A., la patria de los sueños y también el tema de la película. Una narración clásica sobre el pasado, el fracaso y las segundas derrotas que serán totales en la jungla de una ciudad, con misteriosos ecos, que contribuye involuntariamente al triunfo del mal.
CHINATOWN fue concebida como la primera entrega de una trilogía sobre Jake Gittes, pero la tercera nunca se hizo. Sí se realizó la continuación de esta con 'The Two Jakes' en 1990. La intrincada, inteligente y turbadora visión de Polanski no es una de las mejores películas de los 70 o del Noir, es una de las mejores que se han hecho. Una de esas ocasiones fortuitas tan frecuentes en la historia de Hollywood en las que de la dinámica rutinaria surgen obras maestras.