- Pelamos los tomates. Para que la piel salga con más facilidad escaldamos los tomates primero (los dejamos en el agua hirviendo 20-30 segundos).
- Colocamos las pieles sobre una bandeja y les quitamos la humedad con papel de cocina.
- Dejamos las pieles en un lugar cálido durante 24-48 horas para que pierdan toda la humedad.
- Calentamos bastante cantidad de aceite en una sartén y freímos las pieles unos 30 segundos hasta que se pongan anaranjadas. Las sacamos con una espumadera y dejamos escurrir bien. Salpimentamos.
- Las podemos servir en ensaladas o triturarlas hasta obtener polvo de tomate y mezclarlo con especias.