Cuánta razón tiene el chiste que en su versión corta dice que de haber tenido Napoleón un periódico como el Granma, igual hubiera perdido en Waterloo, solo que según su periódico, eso nunca habría sucedido. Algo así ha ocurrido en la tarde-noche del domingo con las presidenciales argentinas y la victoria de “el millonario Macri”, como gustan de calificarle en los medios nacionales –aunque jamás muestren curiosidad por la fortuna de Madame Kirschner–.
TeleSur llevaba más de media hora transmitiendo los resultados, al candidato contrincante reconociendo la derrota, a Macri dirigiéndose al pueblo argentino, y el noticiero que “me informa” se permite la siguiente frase en los titulares: “primeros sondeos dan como posible ganador…” cuando ya no había princesas ni sondeos que cantar.
Los cubanos tenemos noticieros, revistas informativas, noticias en diez minutos, una emisora radial de noticias las veinticuatro horas, diarios impresos, digitales, radiales y televisivos nacionales, provinciales, hasta municipales; y paradójicamente somos el pueblo peor informado del mundo con excepción de Corea del Norte,
Circula la opinión de que la salida de servicio de Nauta no se debió a una falla técnica sino a la decisión de cortar el vínculo de los cubanos en Costa Rica con sus familiares en la isla para evitar la articulación de una protesta colectiva para visibilizar la crisis humanitaria hacia el interior de Cuba y por rebote también, hacia el mundo. Cierto o no, el hecho de que personas sin filiación política comenten con naturalidad el hecho, sirve también para ilustrar la opacidad informativa en que vivimos. Hay que sumarle que la visita del canciller cubano a Ecuador y Centroamérica se nos ha anunciado de forma tal que pareciera un viaje agendado desde tiempo atrás en el que como cosa tangencial se tratará el tema migratorio, y la visita del Presidente de la Cruz Roja Internacional, otro tanto.
Nada novedoso, todo lo contrario, una vez más la prensa hace de sus congresos, talleres, asambleas y seminarios, papel estrujado. Se irrespeta, pero sobre todo irrespeta a los ciudadanos, a los que pretende mantener desinformados; y se hace cómplice de una decisión política que se entromete con un derecho tan elemental como el derecho a la información.