Definitivamente el chocolate está de moda! También las cupcakes (tema para otro post), y las pastelerías en general... y los restaurantes con pastelerías... y etc, etc. Es que la comida entra por los ojos, y que mejor que una vidriera decorada con dulces, tortas, masitas, chocolates, todo minuciosamente acomodado y calculado?
Estuve más de 15 días arriba de un auto, en el cual recorrimos 3200 millas. Para salir a la mañana había dos cosas esenciales a preparar para las 6/8 horas de viaje que nos deparaba el día: agua caliente en un termito de IKEA adquirido el primer día, un par de muffins y/o cookies cortesía del desayuno buffet del hotel elegido, y los chocolates comprados durante el paseo del día anterior en lugares que ni nos imaginábamos cruzar.
Los primeros días fueron más de descanso, pileta, playa, compras y trámites. Y no por que no hallamos tenido donde comprar... pasamos por dos Kilwins! uno en Las Olas y el otro en St. Agustine. Pero a esa altura pensábamos que la dieta era posible.
Recién en Savannah le tocó el turno a la investigación «chocolatosa».
Famosos de esa zona del sur de Estados Unidos son los praline de pecan. Y después de probarlos entendí porque!
En el pequeño centro histórico de esta ciudad, que incluye un «river front», hay innumerables casas de dulces que anuncian los famosos pralines: por ello las fotos son de River Street Sweets, y los que probé fueron comprados en Savannah's Candy Kitchen.
Después vino la hora de los Apalaches, el Blue Ridge Parkway, y que mejor que pasar el frío comiendo chocolates!
En Asheville hay un localcito con un encanto sin igual, una maravilla: French Broad Chocolate Lounge. Me hubiese quedado toda una tarde ahí, probando y tomando diferentes chocolates. Pero no había tanto tiempo, así que compré una cajita de selección de chocolates del mundo, y una cookie para el mate.
En Roanoke llegó el turno de Chocolate Paper, más visible, más vistosa, pero con menos encanto que la anterior. Esos chocolates no llegaron al auto: caminando por la calle principal para ver la Feria de la Frutilla, desaparecieron.
En DC pasamos por Chocolate Chocolate, pero todavía estaba maravillada con French Broad, así que no entré. Me tenté con el libro más que con los chocolates, pero quedó para la próxima.
Dos paradas ruteras: en la zona del Lake Placid, en las Adirondack Mountains paramos en Candyman Homemade Chocolates.
Unos días después, en Conway fue el turno de Bavarian Chocolate Haus: un cuento de hadas lleno de chocolate.
En Portland, y de pura casualidad, caímos en lo de Dean, o Dean's Sweets, un pequeño lugar atendido por su dueño en donde pura y exclusivamente hace chocolates. Y que chocolates!
Por último, les dejo estas fotos de un lugar increíble en NYC. Como todo lo que está en una gran ciudad, se multiplica al doble: la exclusividad, el tamaño, el lujo... Y como MarieBelle era tan exclusivo, había un sólo vendedor, y las dos veces que fui había gente muy top e indecisa comprando... me aburrí y me fui sin comprar. Igualmente, el lugar era precioso, un sueño.
Última reflexión: me queda pendiente probar de hacer trufas de chocolate amargo con sal marina... nunca me había animado, pero esta vez no me pude resistir y las probé: ahora son una de mis preferidas!