Los datos demuestran que Sánchez no está rodeado de chorizos por accidente. Él elige a los Àbalos, Koldos, Titos Bernis, Aldamas, Oteguis y otros muchos mafiosos sinvergüenzas. Sánchez es el centro de la "chorizosfera" y el que los dirige.
No quedan políticos de talla en la política activa española, ocupada hoy masivamente por hornadas de mediocres forjados en los aparatos de los partidos políticos, que son la peor escuela imaginable para formar líderes democráticos.
La masa de los políticos mediocres y sin valores se ha hecho tan poderosa y densa que ya no tienen cabida en los partidos las personas honradas. Los corruptos no se fían de los que permanecen limpios y prefieren expulsarlos de la gran orgía de la corrupción, el vicio y el abuso de poder.
En estos tiempos de abrumadora mediocridad, únicamente pueden "hacer carrera" los incondicionales, los sectarios y los que han renunciado a tener ideas y principios propios para seguir, como esclavos, la ideología y las órdenes del jefe y las consignas y estrategias del partido.
Si se comparan, por ejemplo, los gobiernos de Adolfo Suárez y Felipe González, integrados por catedráticos, juristas de prestigio y políticos con hojas de servicio repletas de logros, con los actuales, nutridos de mediocres, sin ni siquiera carreras universitarias destacadas y sin apenas nada que ofrecer, cuyo mayor mérito es la llamada "lealtad" al líder, término engañoso que oculta la esclavitud al partido, fanatismo, falta de principios y sumisión plena al jefe, uno descubre que también el liderazgo en la democracia española pierde calidad a chorros, mientras se deteriora políticamente a un ritmo endiablado.
Los miembros de los nuevos gobiernos españoles suelen ser gente casi desconocida, sin méritos demostrados en la vida profesional y generalmente forjada en las escuelas verticales y autoritarias de los partidos políticos, donde nadie que quiera "hacer carrera" puede expresar libremente sus ideas, donde es imposible contradecir al poder y donde se aprende, sobre todo, a expoliar y a someter la propia voluntad a escalas de mando más rígidas e implacables que las que rigen en los cuarteles del ejército.
Otro rasgo preocupante de los nuevos gobernantes es que, al carecer de méritos y conocimientos que les permitan destacar en la vida profesional, se aferran al poder, se convierten en "gobernantes profesionales", un concepto en contradicción con la verdadera democracia, que reclama un permanente espíritu amateur, y se muestran dispuestos a realizar lo que sea necesario para mantener los privilegios del poder, cada día mayores.
Muchos observadores y analistas se preguntan ¿Cómo pueden gestionar una democracia, cuya esencias son la libertad, la igualdad y la convivencia armónica entre iguales, personas que ha sido educadas en la vertical y autoritaria vida interna de los partidos políticos, regidas por normas tan antidemocráticas como el sometimiento al líder, la renuncia a "la verdad", la mentira, el engaño, la aceptación sin crítica de "la verdad del poder" y la adaptación de las propias ideas, principios y comportamiento a lo que exige el partido?
Los ejércitos de mediocres encuadrados en los actuales partidos políticos que gobiernan sin justicia ni acierto son la peor pandemia imaginable y casi siempre la ruina de sus respectivos pueblos.
Francisco Rubiales