"Entre pálidas flores, hay puntas de alfiler"
En “La Joven Dolores”, Christina Rosenvinge vuelve a hacer las cosas como mejor sabe, contando/cantando sus temas a golpe de susurro y sensualidad, con ese aire de aparente fragilidad que la acerca a las musas.
Con estas 11 canciones historiadas, (o historias cantadas), Christina abre su universo interior, ese en el que mezcla mitología con secretos e historias totalmente personales, llenas de pequeños guiños fácilmente interpretables, y otros detalles incluso más íntimos y picarones.
Las guitarras, bajos, pianos, violonchelos y baterías se funden entre sí para formar una única melodía que se convierte en el marco perfecto para estas canciones y crea ese halo mágico de ensoñación que envuelve todo el disco.
Pero al contrario de lo que puede parecer, la mayoría de las canciones hablan de desamor y/o ruptura (excepto Jorge y yo), aunque de forma sosegada, desde el tiempo necesario para haberlas superado. En cada una de ellas encontramos una o varias frases totalmente rotundas de las que se quedan grabadas a fuego.
Un disco capaz de dar vueltas una y otra vez sin resultar pesado, un trabajo bien hecho que da gusto escuchar. Si es para que salga un disco así, merece la pena dejarlo con Christina, por duro que pueda ser.