(...) A veces le reprocha que tenga la boca un poco demasiado pequeña. No se lo reprocha, pero le sorprende, lo lamenta. Le dice que es extraño, le pide que haga un esfuerzo, sobre todo que no utilice los dientes, que las mujeres siempre creen que es excitante que te mordisqueen, pero no lo es. Mientras ella hace lo que le pide, él sonríe, recupera las gafas, que había dejado sobre el portarrollos, se las pone para captar mejor la escena que se desarrolla ante sus ojos, entre las rodillas separadas, se las ajusta sobre la nariz, a fin de no perderse detalle de los labios que aprietan el gollete de la botella, antes de tragarla aún más, con naturalidad, sin demasiado esfuerzo aparente, sin deformar las mejillas, pero de todos modos hasta sofocarse en su afán de llegar lo más lejos posible como él le pide, sin utilizar los dientes.
Christine Angot. Una semana de vacaciones. Editorial Anagrama, febrero 2014. Ilustración: Fotografía de Maria Jou Sol.
En las 102 páginas de Una semana de vacaciones, El exterminador de E-rratas, se ha ido de vacío.