Tres adolescentes muy americanos, prototipo exacto de lo que las películas de instituto a lo High School nos han enseñado. El popular (esta vez de color), el malote reformado que se ha pasado a la filosofía y… el corderito, tímido y solitario, con problemas familiares y al que esperamos ver triunfar, salir de la miseria y llevarse al público de la mano.
La ciencia ficción entra en la vida de estos tres estudiantes tipo cuando en mitad de una fiesta descubren un extraño agujero en medio del bosque. Sin más explicación que esa y más visión que la de una especie de cristal gigante que cambia de color, los guionistas de Chronicle nos proponen que aceptemos que, de la noche a la mañana, como le pasó a Spiderman con la picadura de la araña… estos chicos adquieren súper poderes. Unos poderes que van perfeccionando.
Unidos por la fuerza… (y esto me recuerda a esa serie H2O donde ese trío de amiguitas, todas ellas también prototipo de la chica americana, se unen al descubrir que las tres son sirenas con súper poderes). Lo que decía, unidos por la fuerza estos tres chicos aparentemente sin nada en común empiezan una amistad unida al descubrimiento del nuevo mundo de posibilidades que se abre bajo sus pies con estas nuevas habilidades.
Como siempre, cada uno lo llevará de una forma muy distinta, usándolo según sus intereses. La cosa se complica cuando se hacen más fuertes y es hora de marcarse unas normas. Creo que es una crítica al hombre, al ser humano en sí y a su capacidad de “poder hacerlo todo”. En sociedad vivimos con una serie de normas y leyes que hacen que aunque podríamos hacer muchas cosas, no debemos hacerla por el bien de los demás y por el bien del lugar en el que vivimos. En Chronicle estos tres adolescentes han formando su propia sociedad, un club selecto en el que es hora de establecer unas normas sobre la utilización del poder.
El problema es, como pasa en la vida real y en la sociedad, que no todos estarán de acuerdo.
El poder siempre ha vuelto loco a los hombres. Personalmente soy de las que piensa que somos una especie bastante patética. En cuestión de utilización de nuestra inteligencia, recursos y habilidades hemos resultado bastante poco eficientes. Entrando en temas filosóficos como hace la película… somos la especie con más poder para hacer el bien y sin embargo lo usamos para la autodestrucción. Esto es exactamente lo que pasa en Chronicle. Sería tan sencillo como usar esas nuevas habilidades para cosas útiles y positivas (y para no hacer spoilers en exceso no diré que cosas se podrían hacer con esos poderes), pero es más o menos como el hecho de que se gasten más recursos e inteligencia en construir i descubrir armas para la guerra que cura a enfermedades o opciones de energías renovables para no seguir destrozando el planeta.
Los personajes de Chronicle son como los de la vida real, son un reflejo del ser humano y de la descomposición, de la degradación de la persona cuando tiene en su mano un poder y unas posibilidades que no puede controlar, simplemente porque de repente su ego es más poderoso que su sentido común.Depredador ápex, así se define el protagonista de la película en un momento determinado y casi me recuerda al Súperhombre de Nietzsche.
De repente no siente remordimiento alguno por los débiles, cree estar en su derecho de imposición ya que es una especie de Rey de la selva al que nada ni nadie va a detener.
Sinceramente veo claramente como esta película es una crítica no al poder, sino a su utilización. A la forma que tiene el ser humano de usarlo cuando lo posee.
No se usa para proteger, se usa para destruir.
Chronicle es filosofía más que ciencia ficción y es una película para ir a ver al cine, porque aunque el mensaje calaría igual en casa, la verdad es que tiene unos efectos dignos de ver en la gran pantalla.
Nota Alice: 7 de 10. PD: Por cierto, el movimiento de cámara marea muchísimo.Trailer de Chronicle