…Y como otras tantas veces abandonamos las carreteras principales (CV-35) para circular por las secundarias. Carretera que nos va a ir llevando entre campos de almendros, olivos y acequias hacia Chulilla. De vez en cuando, la imagen de algún tractor que acude a sus campos nos saca de ese conducir tranquilo por el centro de la vía.
Después de dejar atrás un área recreativa con una buena pinada ya alcanzamos las primeras viviendas del pueblo. Casas residenciales que se construyeron al lado de una pequeña ermita. Y tras superar una curva muy cerrada Chulilla aparece ante nuestra mirada asombrada. Porque se encuentra elevada, pueblo serrano, a diferencia de otros que nos hemos ido encontrando en la carretera al nivel de la llanura.
Para muchos viajeros es sinónimo de salud, bienestar, deporte al aire libre, cultura y gastronomía.
El río Turia siempre ha estado muy presente en la historia de este pueblo montano ya que forma un cerrado meandro que va bordeando su silueta a la vez que ha ido labrando un profundo tajo en la roca vertical.
Cuentan que desde hace muy poco solo el Balneario de Fuencaliente estaba en mente de aquellos que buscaban un lugar para descansar. Y que, aunque nos parezca extraño, pocos de sus huéspedes acudían a pasear al pueblo pese a encontrarse a poca distancia de sus instalaciones. Y, como podrás ver, es un paseo muy agradable entre el cañón y el río. Pero las cosas fueron cambiando y Chulilla comenzó a presentarse como un destino muy interesante, sobre todo, para los amantes del turismo rural y la práctica de actividades en la naturaleza.
Parece que poco ha cambiado desde que en 1340 Jaime I otorgara la Carta Puebla en favor de unos pocos cristianos. Calles enrevesadas que terminan en un muro o en pequeñas plazuelas. Sus gentes, con un transitar sosegado, nos infunden tranquilidad a los que procedemos de la ciudad.
Andamos por sus calles blancas decoradas de geranios rojos y poco a poco vamos ganando altura hasta el castillo. Calles estrechas en las que muchas no hay aceras. Callejuelas en pendiente que se enlazan con otras a través de alguna escalerilla. Si nos dejamos llevar por aquellas que están orientadas hacia el cañón cualquier rincón se convertirá en un bonito mirador hacia el río y su valle. Algunas se encuentran alrededor de su iglesia y otras nos acercan en fuerte pendiente hacia el castillo.
Una arcada de flores y enredaderas en un largo pasillo nos separa de un edificio típico serrano del siglo XVIII con un sorprendente interior. Porque al balneario se puede acudir para descansar o para recibir algún tratamiento médico. Sus aguas termales están indicadas para tratar afecciones dermatológicas y enfermedades relacionadas con el riñón. Debe ser toda una experiencia bañarse en su piscina al aire libre donde aflora el agua a 23 grados al lado del Turia.
Pero Chulilla es mucho más que todo esto. Pura explosión de naturaleza desbordante según las preferencias. Podemos realizar sencillos paseos campestres al lado de los cultivos y sus huertas o decidirnos a andar cualquiera de los pequeños recorridos que parten de sus alrededores.Uno de los más conocidos es el Charco Azul. Un agradable paseo que parte desde la plaza de la Baronía y que nos lleva a través de un camino entre granados y olivos hacia una pequeña presa que se construyó para amansar las aguas del Turia.
Sendero hacia el Charco Azul
Por el corretear del río Turia esa meseta se ha ido erosionando creando pequeños saltos de agua, cascadas y cañones de vértigo. Y desde ellos, los valientes madereros que traían los troncos desde los bosques de Cuenca, debían descolgarse por las paredes verticales para salvar el tramo más complicado del río. Por eso se construyó una pequeña ermita para poder orar antes de seguir el trayecto hacia Gestalgar.