Chupete, bye bye

Por Patricia Patricia Manzano Gómez @lavidaentrebibe
2 marzo, 2015 0 comentarios Artículo Desarrollo de bebés & niños, Salud & Bienestar

34 meses después vamos cerrando etapas, e iniciando nuevas andaduras como niña mayor, eso es lo que he querido transmitir a mi hija para que se decida a prescindir del uso de chupete.

En la última revisión nos advirtió la pediatra que debería de haber abandonado ya el uso del mismo, que su consumo podía interferir en el desarrollo dental, crear dependencias, y que sin ir más lejos era una “guarrería”. Nos dijo que con dos años, una niña que salta, corre, se tira al suelo en casa o en el parque, que deja abandonado sus enseres sobre cualquier superficie sin diferenciar entre lo que está limpio y sucio, lo único que estábamos provocando con la utilización del chupete era que ingiriera una gran cantidad de gérmenes. Su explicación fue totalmente convincente, y sus palabras calaron sobre mi conciencia como un jarro de agua fría, muy fría, helada. Ofreciendo el chupete a mi hija estaba abasteciéndole de gérmenes a doquier.

Empezamos tras esa visita al pediatra la operación abandono del chupete.

Aunque parece una tontería para los adultos, el uso de ese objeto se había convertido en algo cotidiana en la vida de mi hija, le había acompañado desde bebé, le había ayudado a calmarse en sus peores momentos, y ahora tenía que prescindir de sus servicios. Ni para ella, ni para nosotros se avecinaban tiempos fáciles convencidos del apego que le tenía, abandonar su bien más preciado supondría para ella momentos de gran ansiedad, como el yonki en plena recuperación. Además tendría que aceptar que esta nueva etapa que le invitábamos a experimentar solo la afectaba a ella, ya que su hermana sí que gozaría de una tregua en su uso, teníamos que hacerla entender que ya era una niña mayor, y que como tal no usaría chupete siendo este inconveniente mínimo en comparación a las grandes ventajas que podría experimentar, y que por supuesto, su hermana pequeña no podría disfrutarlas por el momento. Esa balanza de equilibrio que los padres con más de un hijo acostumbramos a utilizar, una posición que no siempre es fácil ni de instaurar ni de explicar a los pequeños pero que supone la única herramienta a nuestra disposición cuando nuestros hijos  cuentan con diferentes edades y necesidades muy distintas. Seguramente en vuestro día a día os habrá tocado defender los privilegios de ser un niño mayor o pequeño utilizando argumentos en muchas ocasiones contradictorios y reproduciendo escenas donde vuestra argumentación que se sujeta con pinzas se haya recitado como si de un mensaje de alto secreto se tratase por miedo a que el otro infante os descubriese y desmantelase vuestro argumento.

Pues salvando ciertas distancias porque mi hija pequeña no iba a interferir con 9 meses, estuvimos hablando con la grande de “cosas de mayores”, algo que realmente les hace sentir muy importantes y les encanta. Y durante dichas conversaciones fuimos advirtiéndola de que no podía usar chupete si ella era una niña mayor, que eso quedaba relegado al uso de los bebés. Así durante varias semanas, hasta que le comunicamos que SS Majestades los Reyes se lo cambiarían la noche mágica por juguetes de mayores. Este, nos pareció el mejor plan del mundo, tomaría conciencia durante las semanas que faltaban y además cederíamos la presión a SS Majestades los Reyes, ella nunca podría odiarnos por quitarle su bien más preciado, no clavaria sus ojos en los nuestros reclamando lo que creía que le pertenecía.

Sin embargo como la mayoría de las veces ocurre cuando convives con niños, los planes se van al traste. Los inicios del nuevo años estuvieron llenos de incidentes y accidentes, y mi casa se parecía más a una enfermería que a un hogar. Con ese panorama no nos vimos con fuerza de entregar el chupete a SS Majestades los Reyes y decidimos aplazar la despedida unas semanas más, aún sabiendo que tendríamos que pasar a un plan B.

Plan B para abandono del chupete.

Durante unas semanas casi me olvidé que teníamos que lograr que mi hija se desprendiera de él, digo casi porque cada vez que veía su cara de felicidad cuando lo sujetaba en su boca me daba en el alma, pero sabía que era por su bien y nos pusimos manos a la obra a tejer un nuevo plan, e investigando que formas habían utilizado otros padres. Te cuentan de todo, pero lo más habitual es ensuciarlo o coserle con hilo negro unas puntadas en la tetina para que al ponérselo les de asco, ofrecérselo a alguien o a algo, una Virgen,  un Cristo, Al Ratoncito Pérez que recoge de todo, a SS Majestades los Reyes Magos, a la fuente del pueblo, a los niños pobres…, la imaginación de los padres no tiene límites. En esa línea iban todos los comentarios que han compartido conmigo, y lo que hicimos nosotros fue…

Mucho más sencillo, nuestra hija se estaba haciendo mayor realmente y nos lo puso muy fácil. Abandonados una noche en el sofá, a última hora cuando el cansancio se hace bastante notorio y tus hijos han decidido que no tienen sueño aún, sabía que mi hija querría venirse conmigo a la cama porque llevaba varias semanas con pesadillas durante la noche y terminando en nuestra cama, le eché un farol y coló. Le dije que podría venirse a la cama conmigo pero que el chupete no podría venir, ni harta ni perezosa abandonó el chupete sobre la mesa del salón cogió su botella de agua y se alzó para que la llevase en brazos. Yo atónita  la alcé y recogí como pude el chupete sin que ella se percatase creyendo que pasados unos minutos o durante la noche se levantaría llorando reclamándomelo, pero no lo hizo. Ya han pasado varios días y no le vuelto a usar, de vez en cuando se acuerda de él pero al instante se distrae con cualquier otra cosa, continua su vida sin chupete…

Autor Patricia

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