Chupete, instrucciones de uso

Por Farmaprecio

El reflejo de succión es una actividad que hace posible la toma de alimento por parte del recién nacido. El inicio de esta función tiene lugar incluso antes del alumbramiento (existen ecografías en las que puede verse al bebé en gestación chuparse el pulgar) y persiste, según indican los especialistas, hasta los 12 meses. Además de favorecer la toma de alimento, chupar suele calmar al recién nacido cuando llora. Y en un porcentaje muy elevado (77 por ciento), el objeto preferido para lograr este fin es el chupete, frente al propio dedo pulgar como único consuelo, que utilizan muy pocos neonatos. No obstante, los especialistas recomiendan evitar que el chupete se convierta en el recurso fácil para tranquilizar al bebé, pues el llanto es una de las formas de comunicación del niño y sus requerimientos se deben complacer hablándole, meciéndole o jugando con él.

Los bebés que se alimentan de leches adaptadas, la introducción temprana impide que se acostumbren a saciar el deseo de succión con el biberón, evitando la sobrealimentación. Otra excepción son los prematuros alimentados por medio de sonda nasogástrica. En este caso, el chupete acelera la maduración del reflejo de succión y permite una transición más rápida a la alimentación oral, además de disminuir los niveles de estrés del pequeño.

Chupetes de bebé

Muchos estudios destacan la menor incidencia del síndrome de muerte súbita del lactante entre los asiduos al chupete. Su uso impide que la lengua del bebé caiga hacia atrás, obstruyendo las vías respiratorias cuando duerme, mientras que la succión favorece el control de la respiración, reduciendo los periodos de apnea.

Se recomienda restringir paulatinamente el uso del chupete, a partir del octavo mes, a las horas de mayor intranquilidad, como las previas al sueño, y acostumbrar al niño a calmarse por otros métodos alternativos, entre ellos el juego, con el fin de no crear adicción.

Ni el inocente chupete está libre de provocar accidentes. Es fundamental elegir uno que garantice que ninguna de sus piezas se desprenderá, con el consiguiente riesgo de obstrucción de las vías respiratorias. Una costumbre a erradicar: colgarlo del cuello del pequeño, por el peligro de estrangulación si queda enganchado. Tampoco debe perderse de vista que el borde del escudo rígido puede ocasionar cortes en caso de caída.

No parecen existir diferencias significativas entre el pulgar y el chupete, en lo que a deformaciones dentarias se refiere. No obstante, el primero permite al niño decidir cuándo desea succionar y aprender a tranquilizarse solo, lo que se considera una ventaja. A diferencia del chupete, no se pierde durante la noche, evitando las interrupciones del sueño. Sin embargo, se apunta como inconveniente la mayor dificultad para disuadir de su uso al pequeño ya que no permite una intervención directa de los padres.