A la posibilidad de que el terrorismo islámico ataque con armas radiactivas, químicas y bacteriológicas, o con nuevos aviones-misiles, se une ahora su amenaza de introducir en internet virus y gusanos para destruir las telecomunicaciones mundiales.
Tienen capacidad: ya hay informáticos con conocimientos y equipos suficientes para paralizar parte del mundo desarrollado y causar un gigantesco daño global; lo hacen por dinero.
Mario Correa, el hispano director de la organización “Internet & Network Security Policy”, que engloba a las principales empresas informáticas de EE.UU., reconoció ante el Senado de ese país la indefensión general ante un ataque ciberterrorista.
Días antes de la huelga general en España del 20J, el corte de unos cables de fibra óptica –insensatez, o agresión de una organización criminal--, saboteó las comunicaciones de media España y provocó gigantescos daños económicos y sociales; incluso, a personas que necesitaban asistencia médica.
Varios ataques así, unidos a las acciones ciberterroristas con poderosos virus y gusanos elaborados por unos pocos expertos, pueden dejar sin telecomunicaciones a aviones en vuelo, paralizar trenes, o destruir temporalmente computadoras que ordenan la vida o que incluso mejoran la de millones de personas: como las películas del agente 007, el mal absoluto dañaría enormemente el mundo civilizado.
Entre tanto, y esperando ese momento, muchos usuarios de internet se contentarían con que la terrorífica ciberbasura, cargada de pornografía ofertas de riqueza instantánea o falsas curaciones del cáncer, dejara de invadir sus cuentas de correo electrónico.