"Ahí está. Dice él. Señala el edificio más alto de la avenida, un bloque de dieciséis plantas viejo y rojizo, con desproporcionados alerones y pequeñas ventanas que espejean bajo el sol.
Se detienen en la acera de enfrente y alzan la cabeza para mirarlo."
Últimamente los libros de esta editorial se me antojan atractivos casi todos. Aquí reconozco que Sergio Sancor tuvo mucha culpa, porque, si bien ya me había fijado y conocía oto título de la autora, me dio el empujón definitivo para traerme el título a casa. Hoy traigo a mi estantería virtual, Cicatriz.
Conocemos a Sonia, una mujer que por tedio empieza a entrar en chats de internet. Ella no se termina de ver como al resto de usuarios, pero sigue entrando; va a una quedada, empieza a hablar con un hombre: Knut Hamsum, dice ser él. Un hombre que habla con ella de literatura y que pronto comienza a ofrecerle regalos, libros que van pasando a mayores, perfumes... sin contraprestación aparente. Ella se deja hacer, se siente halagada. Hasta que se cansa...
Cicatriz es una historia que gira en torno a dos personajes: ella y él. Ella se deja hacer, finge inocencia, vive con desgana, inconstante, inconsecuente. Él la mira, la admira, la agasaja y la intenta modelar a golpe de tecla, con una moral relativa, ajusta su realidad a sus deseos y se justifica. Y a partir de ahí el libro se articula en torno a la eterna duda sobre lo que está bien y lo que no. Él roba los regalos que la envía. Ella lo sabe. Él intenta que ella mejore, que escriba, que cambie. Ella de deja hacer. Ella se aleja, retoma su vida real... pero regresa, lo añora, echa de menos ese sentirse halagada, o tal vez el halago es la excusa. Él regresa, insiste cortésmente.
Las pantallas como escudo y sus vidas justo detrás. Unas vidas que Sara Mesa marca por la insatisfacción y la desgana, y una reinvención marcada por la curiosidad y la imaginación,
La novela, que se articula apoyada en dos personajes y la relación que mantienen, consigue ser amena y ágil, posiblemente gracias a que al autora huye del género epistolar, que hubiera sido lo lógico teniendo en cuenta la trama del libro, y centra su narración en el personaje femenino. De este modo asistimos a muchos de los momentos en que Sonia se justifica a sí misma sus actos, convencida de lo que está diciendo, mientras que ante el lector queda desnuda su realidad. Su entorno va opacándose a medida que va cayendo en las redes de un hombre lejano que consigue meterse en su vida provocando cambios e incluso dependencia. Y eso, si tenemos en cuenta el mundo digital que nos rodea, es francamente interesante. La autora deja mucho terreno para la reflexión más allá de la trama directa de la historia, ya que vemos la toxicidad que va llenando paquete a paquete la vida de esta mujer a la que tampoco nos dibuja como víctima. Lo hace, además, con una prosa sencilla, desprovista de adornos, que resulta fácil de seguir y en la que el lector cae sin darse cuenta.
Una vez más nos encontramos ante una novela que no necesita muchas páginas para condensar en sus letras muchos temas importantes y que, pese a leerse en un suspiro, deja reflexiones que van calando en el lector durante días. Es mi segunda novela de Sara Mesa, y si algo tengo claro, es que seguiré su estela buscando más títulos. Merece la pena y mucho.
En este caso, el título del libro me llamó la atención desde el primer momento. Tengo bastante claro lo que simboliza para mi, de hecho, hay una cicatriz en la historia, pero me gustaría saber, como curiosidad lectora, el significado que le otorgan otros lectores. Y por supuesto la autora de la novela.
Y vosotros, ¿sois de los que os fijáis y os sentís atraídos por un libro al leer el título o necesitáis algo más para dejaros llevar por un impulso?
Gracias