Días de radio (1987): Woody Allen realiza un ejercicio meláncolico sobre la radio que escuchaba en su infancia y cómo este medio de comunicación estaba presente en las familias.
Estamos ante un Allen en estado de gracia que vuelve a realizar otro film excelente. "Días de radio" es un ejercicio de nostalgia sobre una época en que la radio era el núcleo alrededor del que la familia se reunía y se unía.
En esta película vemos por un lado a una sencilla y delirante familia que proporciona momentos muy divertidos, con un padre taxista que se averguenza de su profesión, una madre sufridora, un tío que no deja de traer pescado y que no para de decirle a su mujer que chupe la tubería del gas y una tía solterona que siempre espera encontrar al amor de su vida y no deja de dar con hombres casados, huidizos o gays. Y en medio el protagonista, el narrador un Seth Green al que aún le quedaban muchos años para ser el hijo del doctor maligno y que interpreta al niño que después al hacerse adulto nos contará la historia que estamos viendo. Un niño al que su padre y su madre e incluso un rabino discuten para pegarle.
Por otro lado nos cuenta historias de locutores de radio, leyendas que poblaban las ondas en programas como "el vengador enmascarado", la pareja que desayunaba mientras contaba cotilleos o una vendedora de cigarros que mejorando espectacularmente su dicción se convierte en cronista de sociedad. Allen nos cuenta como era la radio que se hacía en directo, como eran los concursos, los seriales y como se daban las noticas. Es demoledora la historia que nos cuenta sobre la niña que cayó en el pozo y apareció muerta y cómo afectaba a la gente que se reunía alrededor de la radio para seguir la historia. Tambien rinde homenaje a "La guerra de los mundos" que montó Orson Welles y que causó el pánico en un gran sector de la población, un acontecimiento recordado y que forma parte de la historia, como también forma parte de la historia la segunda guerra mundial que el director también nos explica como fue narrada por la radio.
La historia salvo algunas desviaciones trágicas gira hacia la comedia continuamente, teniendo uno de sus mejores momentos en el gangster que lleva a casa a su próxima víctima y mientras la invita a cenar discute con su madre a qué río tirarla.
La película se cierra con una escena preciosa donde por un lado la familia, toda unida y por el otro las estrellas de la radio celebran el año nuevo de 1944.
No sólo es un ejercicio nostálgico a nivel de vivencia personal sino que Allen en un pequeño homenaje melancólico se permite contar con una serie de actores que habían ido apareciendo en otras de sus películas; Julie Kavner, Michael Tucker, Dianne Wiest, Danny Aiello que hacía de marido de Mia Farrow en "La rosa púrpura del cairo", o cameos como el de Jeff Daniels al que recordamos como el actor que cruzó la pantalla en la misma película y quizás la aparición más sorprendente sea la de Dianne Keaton que tan importante fue para Allen en sus inicios y que interpreta a una cantante en la fiesta de la noche de fin de año.
Calificación final:9