que el que tocan
tus dedos en el aire inaprensible del gemido.
Cuando vengas despojada de barro
yo habré deshabitado la herrumbre
y construiremos una casa de aliento sumergido.
Cielo, el cielo se nos cae a pedazos encima
se nos desprende el tiempo-costra en murmullo de herida
y nuestras vidas olvidan su capricho burdelesco
cuando las juntamos y ocurre la vida
y sé que es tu vida, es mi vida, mi vida.
Y tú también lo sabes.
Cielo, ningún infierno te contiene y determina.
Ahora deberíamos abofetear a la muerte
como a una puta idiota.
Orquestar una marabunta de orgasmos eléctricos
en obsolescencia programada de carne.
Dibujar barcos zarpando en auroras derramadas
con mi lápiz-pene en la profundidad de tu papel-vagina.
Cielo, no hay más cielo que tu risa
incrustada contra la mía.
Luz implacable cuando lo demás naufraga en tinieblas.
Aún así, cielo, esto no es más que poesía.