Cien

Por Mamacurra @MamaCurra
El agua hierve a 100 grados Celsius, es el número de años en un siglo, más vale pájaro en mano que ciento volando, te lo he dicho cienes y cienes de veces (¡Borja!)… Y esto que lees, es la entrada número cien de Mamá Curra. Y ya sé que es un tópico decirlo pero lo voy a hacer: parece que fue ayer… Y también parece que escribir cien entradas, durante algo más de un año es una memez. Y tal vez un poco si lo sea, pero otro poco no lo es. Es decir, que pienses lo que te plazca. Sin duda ha habido días en los que las musas pasaban de mi (mazo), pero también ha habido otros en los que tenía tanto que contar que me faltaban dedos para escribir. Aún no soy capaz de saber de que depende. ¿De dónde sale la inspiración? Si es que sale de algún lado, o simplemente está siempre contigo y sólo tienes que ser capaz de escuchar, ni idea… A veces he creído que dependía de la luna, del chocolate que había comido el día anterior, del nivel de mar, de los días que me faltaban para ir a España, o de mi estado de ánimo... Una nunca sabe…
Cienbesos no son tantos. A veces juego con mis cachorros a darles cien besos y se los doy en un periquete. Pero tener cien hijos es una barbaridad. Y llegar a los cien años, empieza a no sorprendernos. Y cien sorpresas, igual te cansas y dejan de ser sorpresas. Y pasar cien días cansado, es enfermedad. Y cien días enfermo, una putada. Y cien putadas, eso es alguien que te quiere mal. Y cien personas que te quieren mal, habrá que buscar cien que te quieran bien para compensar. Y si tienes cien personas que te quieren bien, eso es que tienes mucha suerte y deberías comprar lotería con más frecuencia. Y cuando te toque, acordarte de mi y celebrar juntos las cien entradas de Mamá Curra. ¿Trato hecho?“Durante el día, derrumbándose de sueño, gozaba en secreto con los recuerdos de la noche anterior. Pero cuando ella (Pilar Ternera) entraba en la casa, alegre, indiferente, dicharachera, él (José Arcadio) no tenía que disimular su tensión, porque aquella mujer cuya risa explosiva espantaba a las palomas, no tenía nada que ver con el poder invisible que lo enseñaba a respirar hacia dentro y a controlar los golpes del corazón, y le había permitido entender por qué los hombres le tienen miedo a la muerte”.

Cien años de soledadGabriel García Márquez.