Escribir sobre la figura de Francisco Giner de los Ríos, la ILE, y el excursionismo, es trabajo complejo, laborioso, y que requiere de todo el rigor y buena dosis de dedicación. Alguien podrá preguntarse, y nos consta que así es, que a cuento de que viene ahora en el centenario de su fallecimiento recordar al personaje; en lo que me toca, le diría que recordar a Francisco Giner de los Ríos es repasar nuestra historia, es no olvidar parte de lo que aconteció en el cambio de siglo, y que la historia de un pueblo es lo que le caracteriza y da carácter respecto de otros; y en cuanto al aspecto excursionista, recordar a Giner es hacerlo de la persona que nos "abrió el Guadarrama" y nos señaló las sendas a futuras generaciones. Es por ello, y para no aburrir al lector, por lo que hoy presentaré una breve semblanza en memoria y homenaje de su singular figura.
Retrato de Francisco Giner de los Ríos
(foto cortesía de Domingo Pliego)
Para describir a la persona de D. Francisco lo mejor es recurrir a escritos de la época, de alguno de los personajes que estuvieron estrechamente relacionados con el maestro, como Luís de Zulueta, que en el artículo"Don Francisco, in memoriam. Lo que se lleva", (BILE nº 659 de 1915) define al que fue su maestro: "...viejecito de cuerpo inconsistente y ágil como el de un pájaro...fue universal y rondeño, firme y ondulante, maestro y camarada, ejemplo de santidad y amigo de pecadores, sabio, justo, bueno y, por encima de todo, humano, humano...Don Francisco educaba más fuera de clase que en la clase misma...Solía estudiar a primera hora de la mañana, y después de bañarse y de arreglar él mismo su cuarto, tomaba el desayuno y ya se sentía dispuesto a ejercer su función social (para él, hablar)..."
Otro testimonio, el de su amiga Emilia Pardo Bazán, atraída desde la juventud por la bondad que desprendía D. Francisco, y al que definía como "agitador de conciencias", escribió en La Lectura nº 169 de 1915: "...Era tal vez el mejor de mis amigos...y nunca cesó la comunicación intelectual entre nosotros...Tratábamos de literatura, de algunas novedades científicas al alcance de todos, hasta de política (cosa no muy del gusto de D. Francisco), y nada de iniciaciones, catequizaciones ni propagandas...D. Francisco me enseño aquel sentido de tolerancia y respeto a las ajenas opiniones, cuando son sinceras, que he conservado y conservaré...D. Francisco respetaba, no solo con los labios, sino internamente, los sentires y pesares ajenos, y ponía en este ejercicio un espíritu de justicia y hasta de amor...No he visto á nadie más alegre, más animoso, más infantilmente enamorado del vivir...Parte de du alegría se fundaba en la voluntaria pobreza...pobreza, sencillez, modestia, y algo de delicado refinamiento en ciertos pormenores; he aquí en ambiente propio del que acaba de morir..."
Miguel de Unamuno en el periódico El Día del 13 de febrero de 1917, publicaba un comentario donde dejaba claro la influencia que Giner había ejercido en la sociedad de la época: "...¡Pero no se nos fue del todo, no! Aun nos queda; aun nos queda aquí a los que le conocimos, es decir, a los que le quisimos; aun le llevamos dentro-y él nos lleva-a aquel gran maestro, es decir, a aquel gran agitador de espíritu. Que es lo que era, sobre todo...Nunca olvidaremos nuestras conversaciones con él, con nuestro Sócrates español...Inquiría, preguntaba, objetaba, obligábanos a pensar...Este era el maestro..."
Azorin, un año después del fallecimiento de Giner, publicó en el nº 185 de la revista La Lectura: "...Amaba con pasión la naturaleza; los románticos franceses que en 1847 vinieron a España (Gautier, Dumas, Boulanger el pintor, etc.), se extasiaron con el paisaje del Guadarrama; ellos puede decirse que nos hicieron ver esa magnífica montaña que Velázquez y Goya habían puesto en los lejos de sus cuadros; mas el descubrimiento permanecía ignorado de los propios españoles; don Francisco Giner, con sus reiteradas visitas dominicales al Guadarrama, había, muchos años después, de completar el descubrimiento de los románticos de allende el Pirineo. De Giner hemos aprendido a no desdeñarnos de viajar modestamente y a no sentir humillación por ello. Giner ha comenzado a suscitar el gusto por las viejas ciudades españolas, por la vida de los labriegos, por las cosas humildes y cotidianas que antes pasaban inadvertidas..."
La familia Giner con M.B. Cossio y R. Rubio
(Foto cortesía de Domingo Pliego)
En referencia a su faceta excursionista, y sobre como sentía el paisaje y la naturaleza D. Francisco, decía Zulueta en el mismo artículo (citado anteriormente): "...No es posible explicar a los que no lo han visto lo que era D. Francisco en el campo. Sabía sacar de las cosas naturales todo su divino ideal; poetizaba el paisaje, pero fundiéndose en él y sin tomarlo nunca arbitrariamente como fondo para los propios pensamientos...No le agradaba discutir en pleno campo. No solía en él estudiar ni apenas leer. La naturaleza lo absorbía...andaba a los setenta años jornadas de treinta o cuarenta kilómetros y se bañaba en invierno en el agua helada de los ríos. Ningún pagano amó tanto a la naturaleza..."
Las primeras excursiones comenzaron a realizarse en la ILE en diciembre de 1876; inicialmente eran por la capital y por pueblos de los alrededores como Alcalá de Henares, llevando a los alumnos a museos, fábricas, monumentos; en el verano 1980 comienzan las excursiones largas por Castilla, León y Cantabria, realizadas en periodos vacacionales. Pero es en la Sierra de Guadarrama donde la Institución y Giner dejaran su gran aportación al excursionismo, como escribe Antonio Jiménez Landi en el artículo "Las excursiones de la Institución" publicado en Estudios Turísticos de la UCM: "...Pero la gran aportación institucionista a nuestra vida actual y cotidiana, es el descubrimiento de la cordillera próxima a Madrid: el Guadarrama. Giner, con sus profesores y alumnos, la recorren de arriba a abajo, a partir de 1883, y sus geólogos la estudian. Hombres de la Institución se encuentranentre los fundadores del Club Alpino Español y de la Sociedad Peña/ara. El primer impulso del excursionismo a la sierra, por antonomasia, parte de Giner y de los institucionistas..."
D. Francisco solía ir casi todos los domingos a El Pardo, y en referencia a lo que contaba Zulueta, que no le gustaba discutir, ni leer ni estudiar cuando estaba en el campo, José Pijoán cuanta en el libro "Mi Don Francisco Giner" una anécdota cuando un grupo de sus alumnos pretendían debatir sobre el paisaje que presenciaban, diciendo el maestro a los alumnos: "...No lograrán hoy hacerme hablar; he venido aquí a escuchar; no a debatir; a escuchar algo más grande que estas palabras: esencia y representación...¿Qué quiere decir aquí todo esto? Guárdenlo para mañana en la clase. ¡Escuchen ustedes al cuclillo que canta!¡Miren este cielo azul! Vivamos, vivamos; gocemos de este vivir como gozan de él todas las demás cosas...Y se hace un gran silencio..."
Constancio Bernaldo de Quirós, uno de sus mas fieles discípulos, y alumno de Giner, dejó escrito en la revista Peñalara nº 15, de marzo 1915: "...D. Francisco Giner fue para nosotros el revelador del Guadarrama y quien le mostró a las generaciones actuales como una gloriosa belleza para la que éramos ciegos, como una alta escuela de salud y energía reparadora del estrago de la vida de ciudad, casi bajo su sombra...D. Francisco en un amor activo llegaba a las cumbres nevedas, instalando sobre ellas la exquisita sensibilidad de su cerebro en el breve transporte emocional que acompaña a la posesión de una alta cima..."
En la historia del excursionismo del Guadarrama hay dos ensayos de Francisco Giner que serán la nueva forma de sentir el paisaje. El primero lo publica en el nº 53 de la revista "Ilustración Artística" editada en Barcelona el 1 de enero de 1883, donde Giner describe minuciosamente el Real Sitio del Pardo, lugar de sus asiduos paseos dominicales. Pero lo que cambiará de manera profunda la forma de interpretar y observar el paisaje es su ensayo "Paisaje", que publica primeramente en la revista "Ilustración Artística" el 8-3-1886 y el 15-3-1886, donde de forma rotunda comienza diciendo. "Todo el mundo sabe lo que es un paisaje, y, sin embargo, ¡que concepto más complejo encierra esta palabra!"...Para en posteriores líneas dejar reflejado lo que llegó a sentir al contemplar un atardecer de otoño en las cercanías de Guarramillas con algunos alumnos de la Intitución: "...No recuerdo haber sentido nunca una impresión de recogimiento más profunda, más grande, más solemne, más verdaderamente religiosa. Y entonces, sobrecogidos de emoción, pensábamos todos en la masa enorme de nuestra gente urbana, condenada por la miseria, la cortedad y el exclusivismo de nuestra detestable educación nacional, á carecer de esta clase de goces, de que, en su desgracia, hasta quizás murmura, como murmura el salvaje de nuestros refinamientos sociales; perdiendo de esta suerte el vivo estímulo con que favorecen la expansión de la fantasía, el ennoblecimiento de las emociones, la dilatación del horizonte intelectual, la dignidad de nuestros gustos y el amor á las cosas morales que brota siempre al contacto purificador de la Naturaleza..."
A la Institución Libre de Enseñanza corresponde la 1ª excursión documentada por la Sierra de Guadarrama en el verano de 1883, y publicada en el BILE (varios números); donde Giner y Cossio, tres colaboradores, y nueve alumnos de la ILE, marcharon desde Villalba a La Granja, pasando por los puertos de Navacerrada, El Paular y Reventón, con visita incluida a la cartuja de El Paular, y el palacio de la Granja.
Giner ofrecía y representaba una "actitud" como dijo Azorín, ante el mundo y ante la vida, era transparente en sus ideales pronunciando en sus conversaciones frases como: "Cada día más radical y con la camisa más limpia", o esta otra "Sigamos el camino recto cueste lo que cueste; pero sin olvidarnos de coger ninguna de las flores que encontremos al paso" (Luis de Zulueta, BILE nº 659), que resumen la personalidad del maestro.
Pero no todo fueron alabanzas para Giner y el institucionismo, desde los sectores más conservadores y religiosos de la sociedad todo lo que "olia" a krausismo era objeto de las más duras y despectivas críticas. Y una de las publicaciones que más se enzarzo con Giner y los "suyos" fue la revista católica del órgano oficial del apostolado de la prensa "La Lectura Dominical", en la que se decían respecto a las enseñanzas de la ILE cosas como: "...Integralmente, ¿querrá decir entre Giner y Cossío, ó entre cal y canto, ó...? Yo no sé lo que querrá decir esa integralmente que me da frío; pero si sé que la educación de la Enseñanza Libre es algo así como entre hereje y masónica, entre krausista y librepensadora, algo que huele diabólicamente á azufre y cuerno quemado..." (nº 22, 3 de junio de 1894. archivo Biblioteca Nacional). Otro fragmento que da idea del pensamiento del más radical catolicismo, publicado en el nº 476 de 1903 (archivo Biblioteca Nacional): "...El Imparcial se entusiasma con el recuerdo de la Institución libre de enseñanza, donde tenía cátedras la plana mayor del liberalismo el escuadrón científico de la cascara amarga, donde, entre otros, explicaba Giner...". Y como última muestra de lo publicado por este semanal, parte de las palabras que dedicó a Giner por su fallecimiento, en el nº de 27 de febrero de 1915 (archivo Biblioteca Nacional): "...De aquí la admiración fervorosa de las izquierdas al Maestro Giner, el hombre que supo hacer el mal del modo más hábil y certero...que vivió en la obscuridad, según ellos, una obscuridad desde la cual era arbitro omnipotente de la enseñanza..."
Si algo se puede extraer de esta selección de textos, es que sus alumnos, discípulos, colaboradores y amigos, tenían una leal admiración, e incluso amor, hacia la persona de Francisco Giner y lo que representaba en la sociedad de aquellos años; Giner fue su maestro en el más amplio sentido de la palabra.
En este día donde no sonarán yunques, ni enmudecerán campanas, la senda clara por la que se fue el maestro sigue abierta para todos aquellos que quieran transitar por los azules montes del ancho Guadarrama, caminando tras los pasos del maestro Giner. Y para finalizar este breve esbozo de lo que significó Francisco Giner, los últimos versos del poema que Antonio Machado dedico a la muerte de su maestro:
en tierra de tomillos, donde juegan
soñaba un nuevo florecer de España."
Agradecimientos: Quiero dar mis gracias más sinceras a Domingo Pliego por facilitarme las fotografías y las páginas del BILE nº 659, utilizadas para la realización de este artículo.
BIBLIOGRAFÍA
"El Real Sitio del Pardo", Francisco Giner de los Ríos. La Ilustración Artística nº 53 de 1883 (Barcelona).
"Paisaje", Francisco Giner de los Ríos. La Ilustración Artística, nº 219 y 220 de 1886 (Barcelona).
"Don Francisco, in memoriam. Lo que se lleva", Luis de Zulueta. BILE nº 659 de 1915.
"Don Francisco Giner, por la condesa de Pardo Bazán", Emilia Pardo Bazán. La Lectura nº 169 de 1915 (archibo Biblioteca Nacional).
"Comentario", Miguel de Unamuno. Periódico El Día de 13 de febrero de 1917 (archivo Biblioteca Nacional).
"Las obras de Giner", Azorín. La Lectura nº 185 de 1916 (archivo Biblioteca Nacional).
"Mi Don Francisco Giner (1906-1910)", José Pijoán. Ed. Biblioteca Nueva 2002.
"Don Francisco Giner de los Ríos", Constancio Bernaldo de Quirós. Revista Peñalara nº 15 de marzo de 1915.
"Las excursiones de la Institución", Antonio Jiménez Landi. Estudios turísticos 1984 (83). Universidad Complutense de Madrid.
"A don Francisco Giner de los Rios", Antonio Machado. Peñalara (Facsimil) Tomo II. Ed. R.S.E.A. Peñalara y Consejeria de Medio Ambiente de la C.A.M. 2003.
© Texto Rafael Rodríguez