Cierre de la biblioteca del Zaidín

Por Lacontra
El cierre de una biblioteca pública en un barrio obrero de Granada podría pasar simplemente por una fechoría más de un gobierno con la austeridad ética de un rebaño de borregos, salvo que también concurriese el agravante de una alevosía pre-electoral. A lo cual ya está desgraciadamente acostumbrado el votante, que asume el aforismo de "prometer hasta el meter, y después de metido…". Lo inaudito hasta ahora es que nos prometan al tiempo que nos perpetran por atrás.No sé qué maldición hubo de caernos hace siglos, pues no es la primera vez que esta ciudad sufre un atentado contra su patrimonio cultural. Parece que estos gobernantes nunca van a perdonar que, incluso de su quemado barbecho, siempre renazca un poeta, un músico; o anide una conciencia crítica. Ejemplos sobrados tenemos del acoso constante y derribo a cuantas iniciativas culturales se han despegado de sus círculos de control. Del asedio a locales referentes de la música o del teatro en esta ciudad, cual campamento hostil que amenazase el pensamiento de una "única" cultura, la más simple: la suya.En vísperas del milésimo aniversario de esta ciudad, referente que fue de arquitectos, poetas, médicos,… reducto de la ciencia y cultura en Occidente. Quinientos años después de que Cisneros convirtiese en cenizas la mayor colección de tratados y textos que acunó la Alhambra durante siglos, como una macabra efemérides, volvemos a revivir el despojo público de una biblioteca del pueblo. Quizás cinco siglos aún sean pocos para quienes les cuesta evolucionar, por mucho milenio que quieran honrar.Una vez más, me debato entre la indignación calificativa, la vergüenza descalificativa, y el horror por lo que nos espera. Pero, de esto a la resignación hay un abismo. El mismo que separa sus hechos frente a nuestros derechos. Sólo cabe la resistencia de la razón a su sin-razón; la indignación colectiva frente a su desvergüenza; la acción frente a su coacción.