Todos recordamos las trágicas imágenes del Tsunami del sureste asiático del 2005; es imposible olvidar los efectos devastadores de aquella inmensa cantidad de energía liberada por la naturaleza. Según hipotéticos cálculos, si se hubiese podido aprovechar el maremoto, habría habido electricidad suficiente como para mantener cinco millones de hogares estadounidenses durante un año.
Los tsunamis, son la expresión máxima, el golpe de autoridad neptuniano de las perpetuas olas marinas. El mar, en constante vaivén, es una fuente de energía imperecedera. El mar no entiende de cielos nublados. El mar no sabe nada sobre combustibles fósiles y, mucho menos, comprende qué es el dióxido de carbono. Los océanos, bailaban a su propio compás millones de años antes de que los seres humanos habitásemos la tierra… y seguirán su propio ritmo salado cuando el hombre no sea más que una huella apenas perceptible en la memoria de gaia. El potencial de las olas, según la UNESCO, es de unos 4.000 gigavatios. Si utilizásemos solamente el 1% de la energía de las olas, cubriríamos el 13% de la demanda energética global.
Los gastos son muy subjetivos, coliflowerenses, de hecho, para aquellos que dicen que las energías renovables son caras y que “habría que utilizar el dinero en otras cosas más provechosas”: los españoles gastamos 1.200 millones de euros anuales en servicios funerarios y -sólo en el cuarto trimestre del 2009- dilapidamos 1.595 millones de euros en telefonía móvil… Las olas esperan mientras alguien manda un SMS -con un celular de última generación- a un programa televisivo hortera.
Para conocer más:
Infografía que explica varios métodos de producción undimotriz (Consumer Eroski).
Noticia: Submarino que aprovecha la energía marina.
Textos científicos: Generación de energía a través de las olas.
Canción recomendada (…al compás de las olas)
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